Cuatro pedidos ha realizado el sector productivo local al Gobierno para lograr una reactivación. Hay preocupación en sectores productivos.

Los noticieros abren su emisión del mediodía hablando de un barril de crudo ecuatoriano que en el mercado internacional se cotiza en algo más de $ 21. Es miércoles y los pocos clientes de un restaurante del centro de la ciudad paran de comer y fijan su mirada en el gran televisor.

Los rostros de preocupación, en especial de dos hombres que visten uniformes de tela jean con franjas reflectivas, son evidentes. Y luego murmuran: “Aún sigue bajando el precio”, “hasta dónde va a llegar”, “qué es lo que nos va a pasar”.

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Para la petrolera provincia de Orellana el 2015 terminó mal y el 2016 empezó igual. Para este año el presupuesto del Estado se armó con un precio del petróleo de $ 35 y en lo que va de enero ha promediado los $ 24,5.

Desde hace casi siete meses los carteles de ‘Se alquila hotel’, ‘Se renta campamento’, ‘Equipos petroleros de alquiler’, ‘Se vende negocio’... se multiplican en las vías de esta ciudad y noticias de personal despedido o al que se les debe dinero son comunes.

El apostar por una economía basada en la industria del petróleo está arrastrando desde el pequeño comerciante de verduras hasta la gran compañía que ofrece servicios (transporte, alimentos, hospedaje, limpieza, ferretería...), sostiene Carlos Zavala, presidente del Comité Cívico de Orellana y vicepresidente de la Asociación Provincial de Hoteleros.

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Ese mismo día, el 20 de enero pasado, el presidente Rafael Correa dijo a la prensa extranjera que la venta de petróleo ni siquiera está cubriendo los costos de producción. Ajustes fiscales y la reducción de las inversiones, entre otras medidas, son como la respuesta oficial.

En la zona industrial, donde hay canchones de materiales petroleros, en la vía a Lago Agrio (Sucumbíos), dos realidades son visibles: grandes lotes desocupados por empresas; y terrenos con maquinaria caminera y excavación a la espera de una obra con paga inmediata.

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Según Zavala, son $ 1.500 millones lo que el Estado debería transferir a las petroleras estatales que laboran en Orellana y Sucumbíos para pagar a sus proveedores, que a su vez deben al sector productivo local.

Aunque no hay cifras oficiales, según estimaciones del Comité, esta deuda ha provocado que unas 15 mil personas hayan sido desvinculadas del sector petrolero en Orellana y Sucumbíos; y otros 5.000 empleos se hayan perdido en Orellana en restaurantes, hoteles, transporte, entre otros.

Historias de todo el país

Luis Lara llegó hace seis años desde Chimborazo atraído, dice, por las fuentes de trabajo y la buena vida que se tenía.

“Yo era soldador en una petrolera y escogía dónde trabajar y qué sueldo quería. Gastábamos como ganábamos y en ahorro no se pensaba. Ahora el trabajo escasea y la plata hay que cuidarla”, cuenta el joven que labora como guardia.

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Los representantes del transporte pesado y de los restaurantes, Francisco Reyes y Ángel Lozada, respectivamente, hablan de que en Orellana se está caminando de una crisis petrolera y económica a una social.

Reyes refiere que su actividad ha tenido una baja de entre el 60% y 70% y solo a su organización proveedores petroleros les adeudan $ 5 millones. Mientras que Lozada cuenta que la caída de las ventas en un 50% y 60% causó que el 30% de los restaurantes del Coca cierren y el 70% solo sobrevivan.

Lea también: El precio internacional del crudo históricamente ha sido bajo

Zavala confirma que, ante la crisis, el Comité Cívico, que aglutina al sector productivo de la provincia, presentó cuatro pedidos al Gobierno: declarar a Orellana zona deprimida; que el Estado cancele las deudas con las petroleras estatales; que exista una moratoria en el 2016 para el pago del anticipo del impuesto a la renta; y que se ayude a refinanciar las deudas que mantiene el sector productivo local. Todavía no hay resultados de esas solicitudes.

Este Diario buscó la versión de la gobernadora de Orellana, Mónica Guevara, con una entrevista personal y la contestación de un cuestionario escrito, pero hasta el cierre de esta edición no respondió. (I)

Testimonios: Dirigentes gremiales

‘Chuchaqui del festín’
"Sabíamos que esta fuente (el petróleo) se va a agotar en el país y que debíamos apuntar a la vocación que tiene Orellana y el país: la agricultura y el turismo. Pero no lo hicimos. Estábamos embebidos y eso nos tenía contentos, con los bolsillos llenos... Hoy estamos viviendo el chuchaqui de ese festín...”.
Carlos Zavala
Asociación de Hoteleros

‘Rechazo la negociación’
“(...) Nos estamos moviendo fuera de la provincia para buscar posibilidades de empleo, porque nuestras unidades son nuevas. Hay compañeros que han tenido que emigrar a Guayas, Manabí o Azuay, pero es bien difícil por la situación económica en general y por la saturación del transporte pesado en el país".
Francisco Reyes
Asociación de Transporte Pesado

‘Bache profundo y largo’
Tuvimos una buena época de recursos, pero no supimos invertirlos (...). Este bache va a ser bastante profundo y largo. Sabemos que es fuerte lo que se viene y tenemos que estar preparados ya. Si nosotros en la zona petrolera empezamos con esta crisis, esto de a poco también golpeará a otras ciudades".
Ángel Lozada
Preasociación de restaurantes