Una guayaquileña, madera de guerrero, independiente y amante de la lectura. Así se define Alegría Barrezueta Narváez, de 65 años. Ella lidera desde hace 14 una de la fundaciones más antiguas y representativas de la ciudad, Fasinarm, a la que considera como su hogar.

Hace 38 años, cuando tenía 27, llegó a este centro de asistencia psicopedagógica para niños y adultos con discapacidad intelectual –sin fines de lucro– como voluntaria. El siguiente año se involucró en el área administrativa.

“Ha sido un aprendizaje, un constante reto y sobre todo un trabajo muy gratificante. Trabajar con personas vulnerables es gratificante, porque los pequeños logros de los niños para nosotros son muy significativos y más para los padres”, sostiene esta quiteña, que se califica guayaquileña de corazón.

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La licenciada en Filosofía y Letras y máster en Gerencia y Liderazgo Educativo (Universidad de Loja) y Gerencia Social (Espol), entre otros cursos de posgrado, afirma sentirse realizada con sus sueños hechos realidad, tanto en lo personal, familiar y laboral.

Su éxito se lo debe a su familia, a su esposo (+), Mario Vera, y sus tres hijos, quienes comprendieron sus largas jornadas en la fundación en favor de aquellas familias con niños y adultos con discapacidad intelectual. Ella celebra cada logro de sus niños y mucho más cada inclusión educativa y laboral que consiguen los alumnos. Es ahí cuando siente que su tarea ha sido cumplida, reitera.

El año pasado atendieron a 624 menores en educación inicial (de 0 a 7 años), en general básica –hasta séptimo– (de 7 a 18 años) y en el centro de entrenamiento vocacional (a mayores de edad). En este último se dan talleres para preparar a los adultos en la inclusión laboral.

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De 08:00 a 15:30 dedica su tiempo en la fundación. Al salir, la amante de la música clásica, pasillos y tangos realiza varias actividades, como gimnasia acuática con amigas.

Su afición por la música la ha llevado hasta a viajar en bus –porque no había vuelos a Quito– para ver a Sabina, uno de sus cantantes favoritos.

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Pero lo que más disfruta esta barcelonista es leer, pues pertenece al taller literario La Casa Morada, donde comparte su afición a la literatura contemporánea con amigos. Actualmente lee el texto Su Visión, de Michael Houellebecq.

Gusta de la gastronomía local e internacional, en especial las carnes rojas y el sushi. Se cuida, señala, en su alimentación por salud y se ufana de haber bajado 25 libras en los últimos cuatro meses. Solo en la playa degusta el pescado, asegura. (I)