Sus rostros brillaban de emoción. Contaban los minutos para ser partícipes de la misa oficiada por el papa Francisco, en el parque Bicentenario, en Quito. Era un grupo de trece peruanas, que llegaron el pasado lunes a la capital con la ilusión de estar en este magno evento religioso.

Estaban distantes de la tarima desde donde Francisco ofrecería la eucaristía, pero para ellas estar ahí era lo más importante. "Es el primer país de América al que llega el papa y como practicantes del catolicismo teníamos que venir", reflexionaba Blanca Chapoñán, integrante de la Santísima Cruz de Motupe.

Lucían radiantes como si se hubiesen alojado en un hotel confortable. Mas, recién en las primeras horas de este martes la ropa que estaban puestas se había secado, luego de que se empaparan por el fuerte aguacero que cayó en la víspera en el Bicentenario, donde acamparon. Para ellas, era una situación minúscula.

Publicidad

María Rodríguez, de la Parroquia Nuestra Señora de La Victoria, y Diana Tapa, de Jóvenes sin Fronteras del Callao, junto a Chapoñán eran de las más entusiastas del grupo.

Desde Lima

La peregrinación inició la noche del anterior sábado en Lima. Llegaron a Túmbez y luego a Huaquillas. Recorrieron la serranía ecuatoriana hasta arribar a Quito. Un sol radiante las recibió. Se hospedaron en la casa de un hermano ecuatoriano, del cual no recordaban el nombre.

Publicidad

El pasado lunes tomaron sus pertenencias y abordaron un taxi rumbo al Bicentenario, desde la Colón y América (norte de la capital). Pagaron, cuentan, $ 15, y solo después se enteraron que esa carrera no costaba más de $ 5.

Su arribo al parque estuvo cargado de lluvia, truenos y granizo. Lo que se vino después fue una mala noche climática, pero de reflexión y emoción para ellas. El martes cumplieron el sueño de estar cerca a Francisco, quien en el papamóvil pasó muy cerca. De recuerdo se llevarán el saludo.

Publicidad

Ayer en la noche regresaban a Perú, luego de una peregrinación en la cual invirtieron $ 132 en el pasaje de ida y vuelta. En comida casi no gastaron, gracias a la "gentileza de los ecuatorianos", dijeron.

Desde Ibarra

En otro sector del Bicentenario, un grupo de religiosas de la Fundación Madre de la Virgen María de La Cascada, de Ibarra, estaban en similares condiciones. Aún algo mojadas, pero trataban de calentarse con los primeros rayos del sol. Mas, en su interior, contaban, había el regocijo de estar cerca del heredero de Pedro.

María José de la Santísima Trinidad (nombre que acogió en la fundación) llegó el sábado a Ibarra, desde Perú, donde cumplió una reunión de misioneras, pero enseguida armó su maleta para acudir a la misa del papa.

Publicidad

La religiosa reveló cuál hubiese sido su pedido si hubiera conversado con el papa: "La bendición y la paz para el mundo entero", dijo.

Los hermanos libaneses Maroun y Mazen Khater también expresaron su apego al catolicismo, y llegaron para vivir "un momento histórico", dijeron los asiáticos. (I)