Con orgullo, Anne-Marie, de 78 años, exclama al salir de un quiosco de periódicos en Burdeos, Francia: “¡Lo logré!. ¿Su logro? Haber adquirido un ejemplar, aunque arrugado, de la edición histórica del semanario de sátira política Charlie Hebdo realizada por los sobrevivientes del atentado del 7 de enero pasado contra ese medio, que dejó 17 muertos, entre ellos cuatro caricaturistas. ¿Por qué es tan importante para ella? “Lo compré porque hay que apoyar la libertad de expresión”, afirma.

La portada de esa edición tiene un imagen que representa a Mahoma, el profeta de culto islámico, llorando; sin embargo, el miércoles pasado, día de su circulación, hay quienes compraron el semanario pese a que lo desaprueban: “Soy musulmán practicante y creo que tiene que haber límites a la libertad de expresión”, dijo, un hombre que se identificó como Ferez. La reflexión la hizo mientras cubría con la mano la caricatura de Mahoma. “Pero lo compré”, recalcó.

El dibujo de esa portada sostiene un cartel que dice: Je suis Charlie (Yo soy Charlie, en francés). La misma que se multiplicó en el mundo en carteles, paredes, diarios, etiquetas de redes sociales y buscadores de internet, donde hasta el pasado viernes registraba 221 millones de resultados.

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Es la expresión que salió a gritar Francia a las calles luego de aquel atentado. Y es, al mismo tiempo, una condena que enfrenta a críticos y defensores sobre la libertad de expresión, la tolerancia, la libertad de culto y de sus límites.

Más allá de la condena al terrorismo, hay posturas divididas en torno a los contenidos de Charlie Hebdo que, por ejemplo, ridiculizaba –incluso con connotaciones sexuales– a Mahoma, Jesucristo o a algún líder político o religioso. Por eso, entre quienes consideran que no se debe ofender las creencias de otros están los que han salido a decir ‘Yo no soy Charlie’.

¿Quién establece los límites y por qué? Para Viviana Krsticevic, directora ejecutiva del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), las libertades y los derechos tienen límites, pero estos no son arbitrarios y tienen que ser lo menos restrictivos posible. “Una de las pautas fundamentales para analizar las restricciones excepcionalmente permitidas consiste en que no pueden negar el derecho, aun si las opiniones expresadas son inusuales. Asimismo, nunca es legítimo matar o silenciar a una persona por sus ideas o su trabajo periodístico”.

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En comparación con Charlie Hebdo cita a La última tentación de Cristo, la polémica película de Martin Scorsese, que había sido censurada en Chile a petición de unos abogados que asumían la representación de Jesucristo, y en cuyo litigio ante la Corte Interamericana de DD.HH. ella participó. La Corte, recuerda Carolina Botero, exrelatora de Libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), estableció en una sentencia que la demanda violaba la Convención sobre Derechos Humanos. “No por solo la censura previa, sino la prohibición de una película en nombre de ideas o de sentimientos que, claro que son dignos de respeto, pero eso no significa que la ley deba protegerlos del debate y la deliberación”.

La decisión de la Corte marca, a criterio de Krsticevic, la posición legal del sistema interamericano de derechos humanos, del que son parte los países que integran la OEA, sobre el tema. El Tribunal plantea que la libertad de expresión protege no solo el discurso amable y cálido, sino las críticas ácidas, injustas o infamantes.

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“La blasfemia, el negar la divinidad o criticar a un líder religioso o una religión, una crítica que banalice una divinidad, no son en sí mismos hechos que constituyan un delito porque se trata de lenguaje protegido bajo la libertad de expresión en democracia”, dice Krsticevic.

Romel Jurado, coautor de la Ley de Comunicación del Ecuador, considera que es posible compaginar la libertad de expresión y de culto siempre que la burla no tenga connotaciones discriminatorias, sexistas o machistas. “Siempre que la ironía esté formulada para cuestionar la idea, pues no hay ninguna persona ofendida concreta. Pero si usted usa la religión para establecer connotaciones discriminatorias o racistas (...), sí hay personas afectadas en el ejercicio de su derecho”, manifiesta.

Para Botero, el límite entre la libertad de expresión o de cultos no puede estar dado por una ley porque podrían ser utilizadas discrecionalmente para convertir a los críticos en delincuentes y censurar a los medios. Por eso es partidaria de un debate abierto, en la esfera pública. El papa Francisco, por ejemplo, aseguró el jueves pasado que la libertad de expresión no autoriza a insultar a las religiones.

“Todos tienen no solo la libertad y el derecho, sino también la obligación de decir lo que piensan por el bien común (...), tenemos el derecho de esta libertad sin ofender”.

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Ese mismo día, la ministra francesa de Justicia, Christiane Taubira, en el funeral de uno de los dibujantes, replicó: “Se puede dibujar todo, incluso un profeta... en Francia, el país de Voltaire y de la irreverencia, tenemos el derecho de burlarnos de todas las religiones”.

Voltaire, pensador francés del siglo XVIII, es recordado estos días por su frase: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. (I)

Sátira
La libertad y el poder

Caricaturista
El dibujante palestino Naji al Ali fue asesinado en Londres en julio de 1987. Un niño de un campo de refugiados dibujado de espaldas era el hilo conductor de sus caricaturas. Aparecía frente a escenas violentas, de represión o de injusticia. Ante amenazas de muerte se exilió en Kuwait para después radicarse en Reino Unido donde laboraba en el diario Al Qabas. (I)

South Park
Desde presentar la estatua de la Virgen María menstruando o al expresidente George W. Bush y a Jesucristo defecando sobre una bandera de Estados Unidos, la serie de animación Sout Park se caracteriza por mofarse de las religiones y satirizar la actualidad política. Lo hace con situaciones surrealistas y un lenguaje soez que incluye escenas violentas. Está en el aire desde agosto de 1997. (I)

Al-Barnamej
En una de las ediciones del programa de sátira política Al-Barnamej, que se difundía en la televisión egipcia, su conductor, Bassem Youssef, se mofó del culto a la personalidad en torno a la figura de Abdelfatá al Sisi, quien ahora es presidente de Egipto. Bassem anunció en junio pasado que el programa salía del aire debido a presiones. (I)

Real Time with Bill Maher
Es un programa tipo talk show que se emite semanalmente en la cadena HBO. Su conductor, Bill Maher, dijo en uno de los capítulos que los terroristas que estrellaron dos aviones en las torres gemelas en Nueva York no eran cobardes: “Nosotros hemos sido cobardes usando misiles crucero a 2.000 millas de distancia”. La aseveración causó polémica en EE.UU. (I)

Según la CIDH, la restricción de la libertad de expresión debe limitarse a proteger intereses sociales y derechos individuales.