Catalina Botero, exrelatora de la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), afirma que existe una declaración de los cuatro relatores: África, de las Américas, Naciones Unidas y Europa, del 2008, sobre la blasfemia, en la cual se establece que “viola los estándares internacionales sancionar a quien discute de cualquier manera ideas o creencias, porque las ideas y las creencias no tienen honra, no puedes ofender una idea”.

La especialista en derechos humanos considera que quienes establecen las blasfemias como delito son los países gobernados por líderes religiosos como Irán. “A través de la prohibición de la blasfemia lo que logran es evitar el debate sobre la forma como ellos ejercen el poder”, opina Botero.

“No solo la blasfemia no puede estar prohibida sino que los insultos tampoco. La Convención Americana dice que se puede prohibir los discursos que incitan a la violencia y tienes que demostrar que incita a la violencia. Si prohibiéramos todo lo que a la gente no le gusta, nos quedaríamos sin deliberación”, asegura Botero, quien agrega que la revista Charlie Hebdo no incitaba a la violencia.

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“Eso sería como sostener que las personas que me insultan a mí o los gobernantes que insultan a los ciudadanos o los ciudadanos que insultan a los gobernantes están incitando a que vayan y los maten”, dice.

Sobre cómo se conjugan libertad de expresión y de culto, Botero asegura que no es a través de la ley, sino en otros espacios de la esfera pública: “La gente debe poder discutir sobre asuntos de relevancia pública sin miedo a que la metan a la cárcel... Si tú dices que se protege contra el insulto, todo el mundo se va a sentir insultado, por ejemplo, por una denuncia de corrupción. Esos límites son muy ambiguos por eso es muy difícil establecerlo”. (I)