Nacieron en Israel, pero anhelan la creación del Estado palestino. Hoy constituyen el 20% de la población israelí, configurándose como la minoría más grande del Estado. Son los árabes israelíes de origen palestino. Tienen amigos judíos, hablan hebreo con fluidez, pero también el árabe. Están integrados a la sociedad israelí y tienen familia en Gaza y Cisjordania.

Ellos dicen que, al igual que los israelíes judíos y cristianos, se han visto atrapados en la constante amenaza de fuego, pero lamentan que, además, viven “una lucha interna permanente” que resulta más dura en momentos de violencia.

“Estamos entre la espada y el diablo. En cada conflicto nos sentimos así. Por un lado somos israelíes y debemos defender nuestro país (Israel), pero al mismo tiempo sentimos un dolor inmenso al saber que no podemos estar en contra de nuestros hermanos palestinos. Son nuestra sangre”, dice Sayed Nasser, estudiante universitario de 22 años y natural de Nazareth.

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El joven, que se gana la vida con la venta de rosarios frente a la basílica católica de la Anunciación, cambia el rostro alegre y cortés, que busca atraer a clientes, cuando es consultado sobre su postura en el conflicto. En tono serio y con la mirada al suelo dice: “Nos sentimos como un cuerpo extraño, que no encaja ni aquí ni allá. Pero al final, es en este país donde nacimos; pero al otro lado (Palestina) es donde crecen nuestros sueños”.

Sayed es uno de los casi 1,7 millones de árabes israelíes de origen palestino que son o descienden de quienes decidieron quedarse en Israel tras la declaración de Independencia de ese pueblo en 1948.

Basem Id, experto en temas palestinos, habita en Jerusalén Oriental. Sostiene que la situación de los árabes en el Estado hebreo cambió a partir de junio de 1967 desde que Israel ocupó Jerusalén Oriental (que estaba en manos de Jordania), a raíz de la Guerra de los Seis Días, y abrió los lugares santos a todos los habitantes, incluidos musulmanes, judíos y cristianos. En ese entonces, Gaza y Cisjordania también pasaron al control israelí.

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Id detalla que hasta ahora los árabes de Jerusalén Oriental tienen el estatus de residentes permanentes por decisión propia, ya que no han querido acoger la ciudadanía israelí, como sí la tiene el resto de árabes que vive en Israel desde 1948.

“Tras el 67, los árabes israelíes reforzaron una identidad nacional palestina y se formaron tendencias radicales de cierta parte de la población de origen palestino que persiste hasta la actualidad”, señala el experto.

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Dentro de este grupo ubica a Abed Abdelrahman, quien fue abatido por las fuerzas de seguridad israelíes el pasado 23 de octubre, tras embestir con su vehículo a varias personas en Jerusalén. Tras este hecho falleció una bebé y una ecuatoriana de 22 años. El ataque fue considerado por el Estado de Israel como “un acto terrorista”.

Wasem Abass, habitante árabe de Tira, en el norte de Israel, señala que las hostilidades crecen en cada conflicto. Cita como ejemplo la ofensiva militar del Ejército de Israel sobre Gaza, que entre el 8 de julio y el 26 de agosto dejó más de 2.000 muertos en ese territorio y más de 11.000 heridos.

“Los sábados vienen a nuestros mercados miles de judíos de ciudades vecinas, pero con la ofensiva militar dejaron de venir. Para nosotros, los palestinos, es difícil llevar una especie de dos vidas (...). Pienso que los judíos nos ven como árabes y los árabes nos ven como judíos”, reclama el agricultor de 25 años.

Desigualdad

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Shiri Jedeir, de 19, cree en la unidad de los árabes y resalta ciertas características que los diferencian: como los distintos acentos de los árabes de Gaza, Cisjordania e Israel. Sin embargo, pide a los que viven en territorio israelí mantenerse en la línea de no agresión.

“A pesar de que nos tratan como ciudadanos de segunda, no podemos irnos de Israel, aquí tenemos más desarrollo”, refiere.

La joven agrega que otro de los problemas que tienen los árabes israelíes es la restricción de ingresar a ciertos países islámicos, como Arabia Saudita, por tener pasaporte israelí.

Relata que el año pasado tuvo que pagar $ 400 por un pasaporte jordano con vigencia de quince días, para participar en el Ramadán (rito de la religión islámica anual) que se cumplió en la ciudad sagrada musulmana de La Meca, en Arabia Saudita.

Para el concejal Mohammed Manssur, de la ciudad de Tira, hace falta mejorar la calidad de vida de los ciudadanos árabes para que no sean considerados “ciudadanos de segunda” y fortalezcan el sentido de pertenencia al Estado de Israel.

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Comenta que desde que se formó Israel en 1948 no se ha “creado ninguna ciudad árabe a diferencia de las judías”; además, insiste en que no tienen suficientes tierras para ampliar los límites de las ciudades de mayoría árabe.

Según Jafar Farah, director de Mossawa, un centro de defensa de los árabes en Israel, hay dos aspectos que se dan como resultado de esta situación: la baja participación de árabes israelíes en elecciones y la poca asistencia de jóvenes al servicio militar, que para los musulmanes y cristianos es opcional.

El activista asegura que “la encrucijada” en la que vive este colectivo se refleja en cifras: solo el 31% de los árabes israelíes está a favor de desplazarse para vivir en Palestina en caso de que se logre un acuerdo de paz y apenas el 44% cree que Israel es lo suficientemente democrático.

Farah agrega que en Gaza y Cisjordania, hoy territorios palestinos, hay diversas percepciones en torno a este grupo de árabes y las define: “Algunos palestinos ven a los ciudadanos árabes de Israel como firmes defensores de la tierra a partir de 1948, otros ven a los ciudadanos árabes como compatibles con el gobierno israelí, y otros tienden a olvidarse por completo de que existen”.