De los quince locales que hay en el patio de comidas del malecón del Salado, del lado de la avenida 9 de Octubre, en sentido centro-norte, solo dos están abiertos: una heladería y un puesto de alimentos.

Los restantes están cerrados desde hace cerca de siete meses, según coincidieron visitantes y estudiantes de la Universidad de Guayaquil que cotidianamente caminan por ese sitio recreativo y turístico.

Los dueños habrían decidido cerrar porque la Fundación Malecón 2000 –que administra este sitio recreativo– supuestamente les pidió bajar los precios de sus productos.

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“Nos comunicaron que debíamos bajar los valores, porque estaban muy altos para este sector y eso trajo pérdidas”, comentó uno de los empleados de uno de los dos puestos, quien prefirió no dar su nombre.

La fundación convocó a una subasta pública a ciudadanos interesados en adquirir un local comercial en los malecones Simón Bolívar y del Salado, el 17 de junio pasado.

En la página web de la fundación (www.malecon2000.org) constan diez locales disponibles en el malecón del Salado, que serán destinados a la venta de comida y restaurantes. Estos puestos están en subasta desde enero de este año. Los costos de arrendamientos, ubicación y características se encuentran disponibles en ese portal.

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Este proceso se ejecuta de acuerdo con la ordenanza que regula la explotación comercial de locales e instalaciones municipales, administrados por entidades privadas municipales o en las que el Municipio de Guayaquil tiene participación.

Para Carlos, Roberto, Julia y Lissette, un grupo de compañeros universitarios que tomaban helado el miércoles pasado, al malecón le hace falta más variedad de establecimientos. “Ya ha pasado bastante tiempo y no vienen más cadenas, debería haber más opciones para los visitantes”, manifestó Lissette.

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Al cruzar la calle, en sentido contrario, los cinco locales que antes funcionaban como bares, también se hallan cerrados. Las puertas están encadenadas y con candado. Así permanecen desde hace más de un año.

“Al principio la zona era tranquila, los jóvenes bebían, pero no pasaba nada. Luego el sitio se dañó, se formaban peleas y espectáculos. Por eso dicen que la fundación dispuso que ya no funcionen, ahora se destinará a restaurantes”, dijo un empleado del malecón.