“Presidente, pida permiso en casa cuatro años y sea el presidente de los ecuatorianos hasta el 2021”, decía, ayer, eufórico el prefecto de Santo Domingo de los Tsáchilas, Geovanny Benítez, al presidente Rafael Correa en una tarima instalada en la Plaza Grande, en Quito.

Él y otros exalcaldes amazónicos, entre ellos Yofre Poma, de Lago Agrio, que integraron el movimiento Yasuní Vive, movilizaron a cientos de militantes del movimiento Alianza PAIS (AP) de varias provincias, para entregar a Correa 1’100.000 firmas que –dijeron– recogieron durante dos meses para impulsar una consulta popular para proceder a la explotación del petróleo del bloque 43, conocido como ITT, ubicado en el Parque Nacional Yasuní. Pero desistieron de presentarlas al Consejo Nacional Electoral (CNE) porque el grupo YASunidos no logró obtener las más de 583.000 firmas para impedir esa explotación.

Correa recibió esas firmas contenidas en unas 30 cajas de cartón, entre las que estaban 3.000 provenientes de representantes huaoranis, según un dirigente de esa nacionalidad.

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Para Poma, el trabajo para apoyar la explotación fue el primer paso y el segundo es impulsar la reelección. “Vamos a reelegir a nuestro presidente en el 2017. ¡Vamos a la reelección!”, decía a los simpatizantes.

El mandatario criticó a quienes están “espulgando hasta las últimas de mis declaraciones para demostrar lo incoherente del presidente, lo ambicioso, su afán desesperado de mantenerse en el poder”.

Recordó que decidió apoyar la reelección indefinida para todos los puestos de elección popular “no porque caiga en la trampa del discurso burgués; el que quiere alternancia vota por otro proyecto político, ¿cuál es el problema?”. E insistió en que existe una “restauración conservadora” que intentará revertir su proyecto político.

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“No he decidido lanzarme a la reelección, debería ser la última opción porque es conveniente que vengan otros cuadros (...), pero si soy la mejor opción capaz de vencer a la derecha, ahí estaremos”, sostuvo.

Cacerolazo
Pobladores, ecologistas y personas contrarias al Gobierno realizaron anoche una marcha nocturna bautizada como ‘Cacerolazo’.

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Unas 20 personas llegaron al edificio donde vive el presidente del CNE, Domingo Paredes, a gritar su inconformidad por la eliminación de las firmas que presentó YASunidos.

Rocío Bastidas, miembro de la Asamblea de la Floresta, un tradicional barrio del centro oriente de Quito, dijo que las siguientes caminatas nocturnas se retomarán una vez que pase el Mundial de fútbol.

Si bien cambiar la Constitución duele, es un costo, es el mal menor, frente al mal mayor, que esta derecha con el apoyo de los medios venzan en las elecciones y reviertan esta revolución”.Rafael Correa, presidente