“Luego de defender durante seis años y más la iniciativa Yasuní, con una serie de argumentos potentes, dar marcha atrás obviamente significa un retroceso... Es evidente, que se resolvió apoyar la lucha contra Chevron-Texaco, como una suerte de evitar o ensombrecer las críticas de lo que implica devastar el territorio del Yasuní... Es incoherente enfrentar a la transnacional y dar paso a la explotación”.