Bajito y encorvado, Luis Ángel Déleg, de 83 años, arribó presuroso, a las 08:47, a la Unidad Educativa Paccha para ejercer el voto electrónico junto con su nieta Margarita, de 17, quien también sufragó.

Déleg llegó hasta la mesa que le correspondía, la 2 de varones, pero le indicaron que primero debía capacitarse porque desconocía el sistema.

El agricultor, quien tiene problemas de visión en el ojo derecho y no puede leer, tardó once minutos en ser capacitado, que tampoco fueron suficientes ya que al momento de sufragar, luego de dos minutos, requirió ayuda. Un militar le dio indicaciones verbales y tras otros cuatro minutos, el uniformado le tomó la mano para ayudarle a votar.

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En las juntas receptoras del voto de las parroquias rurales se insistió en que solo las personas mayores de 65 años y con discapacidad física podían ingresar con un familiar para que les asistan en el voto electrónico.

En la mesa 23 de El Valle, Luz Aurora Vele, de 73 años, también recibió la ayuda de su sobrina María Vele, por no saber leer ni escribir. Ambas se capacitaron por primera vez y luego se dirigieron a ejercer el voto.

Tras esperar en la fila por 30 minutos accedieron al sistema y la sobrina se demoró dos minutos, mientras que a la tía le llevó el doble cumplir con su derecho.

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En la escuela Manuela Balarezo, único recinto electoral de la parroquia Nulti, María Carmen Lata, de 50 años, también recibió asistencia de la presidenta de la mesa electoral y luego de la coordinadora, quienes intentaron mantenerse frente a ella y del biombo, pero al final se pusieron junto a ella.

“Al principio la papeleta no ingresaba y después se demoraba mucho en cada paso”, manifestó la votante, quien aseguró que se capacitó en dos ocasiones anteriores.

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En la parroquia Tarqui, Elvira Lojano, Tránsito Merchán y Rosa Merchán se capacitaron por tercera ocasión antes de votar. “Pero ojalá alguien nos ayude en la máquina”, sostuvo Tránsito, de 57 años.

La inseguridad de las personas en las áreas urbana y rural provocó la aglomeración de votantes en las filas y se registraban centenares de ellas, especialmente en juntas donde se instalaron hasta tres mesas. “Ya estoy una hora en la fila”, indicó Nelly Sangurima, de 20 años, con seis meses de embarazo.

El proceso también se retrasó en algunas juntas por problemas técnicos en las máquinas. Elizabeth Kainz, presidenta de la Junta Electoral del Azuay, expresó que se reportaron problemas solo en 20 mesas, que no representan “ni el 1% de todo el sistema”.

Si todavía vivo de mi trabajo de agricultor, todavía estoy vigente para elegir a quien creo que puede hacer progresar este país”.Luis Ángel Déleg, 83 años, elector