Presuroso baja de su motocicleta Jean Vélez, un inspector de seguridad que hace su recorrido por Tumbaco. Se limpia sus botas, se acomoda el cabello y en carrera corta busca el aula donde debe votar, en la Unidad Educativa Tumbaco, ubicada en el sector de La Morita, parroquia de Tumbaco, nororiente de Quito.

Se lo nota un tanto nervioso, pero dice que no es porque no tenga claro por quién debe votar. Eso lo sabe de sobra, afirma.

El motivo de su preocupación, confiesa el manabita de 23 años, es el nuevo sistema electrónico que “le han contado” se va a utilizar en esta votación para escoger alcalde y concejales, para el cantón Quito; vocales de junta parroquial, para Tumbaco; y prefecto, para la provincia de Pichincha.

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El Consejo Nacional Electoral (CNE) para las elecciones seccionales del 2014 escogió a La Morita como una de las tres zonas piloto para desarrollar el voto electrónico. Aquí se utilizaría el sistema ruso.

Junto a La Morita, dos provincias fueron también escogidas como zonas piloto para la votación electrónica: Santo Domingo de los Tsáchilas, que utilizará el sistema de votación venezolano; y Azuay, en donde se aplicará el sistema de voto electrónico empleado en Argentina.

El recorrido de Vélez es frenado por un coordinador del recinto electoral del CNE. A él le consultan si ha recibido las capacitaciones que la delegación electoral empezó a realizar de casa en casa en la zona de La Morita, desde el 29 de enero pasado. El delgado hombre responde que no, pues su trabajo le hace estar fuera de casa casi todo el día, todos los días.

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El funcionario del CNE le pide que lo acompañe hacia una carpa donde está una máquina de capacitación para voto electrónico. En poco menos de cinco minutos, el joven es capacitado y dice que entendió cómo votar desde esa pantalla táctil.

Inmediatamente se dirige hacia una de las dos mesas dispuestas para que voten 194 personas empadronadas en ese recinto electoral: 118 mujeres y 76 hombres. Dos personas están delante de Vélez, quien hace gestos de estar recordando la breve lección.

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El sonido de un suspiro de alivio le ganó a salir al cuerpo de Vélez de la pequeña aula. El preocupado chico en menos de cinco minutos había sufragado y tenía en sus manos el certificado de votación. “Pensé que era más complicado, pero todo estaba tan claro que no se podía fallar”, comentaba Vélez.

Faltaban dos horas para el cierre de las elecciones y casi el 80% de los empadronados en La Morita había ejercido su derecho.

A vista de tres técnicos rusos encargados de que su sistema no presente desperfectos, tres delegados del Instituto de la Democracia conversaban con quienes acababan de votar sobre las dificultades o bondades del sistema utilizado. Esa información iba a ser procesada y utilizada por las autoridades electorales para evaluar la jornada en La Morita.

La mayoría de los consultados no encontraron problemas en el uso. Unos pocos como Espléndida Cedeño, de 25 años, dijo que el sistema era complicado, pues, mencionó, había “muchas cosas en la pantalla y no sabía qué aplastar”.

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Menos de diez personas, en mayoría de la tercera edad o analfabetos, solicitaron colaboración para ejercer el voto electrónico.

Según Karen Zambrano, una de las tres veedoras del proceso por parte de Alianza País en La Morita, el proceso se ha desarrollado sin novedades.

Cuatro máquinas para el voto electrónico fueron entregadas en La Morita. Dos fueron utilizadas en las dos juntas electorales dispuestas, una se quedó de contingencia, mientras que la última estuvo en la entrada del recinto para capacitar a los electores.