Hace un año y medio que Hilda Cabezas no envía dinero a su familiares en Ecuador. Son ellos los que cada vez que consiguen vender un animal de su finca en Manabí le remiten un giro a Madrid a través de Western Union. "Depende, unos 200 o 300 dolaritos. Lo que pueden pero, al menos, ya es una ayuda", relata la inmigrante que en 2010 perdió el empleo y hoy subsiste gracias a los dólares que llegan desde su ciudad natal y lo que gana en trabajos temporales. En total,  sus ingresos no llegan ni a 400 euros al mes para alimentar a sus dos hijos adolescentes.

Y es que la crisis económica en el país europeo no solo ha conseguido que se inviertan los flujos migratorios (los españoles son los que se mudan ahora a Ecuador); también, que entra más dinero al país europeo a través de las remesas.

Los últimos datos del Banco de España (BDE) no indican el origen geográfico de las transferencias de divisas pero evidencian claramente la tendencia al alza del fenómeno. España ha pasado de ser emisora de remesas para convertirse en receptora de ellas. Y, también, de acoger mano de obra extranjera a expulsarla por falta de oportunidades.

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En 2007, antes de que estallara la crisis, los inmigrantes afincados en la Península enviaron a sus países casi 8.500 millones de euros. En la actualidad esa cifra se ha reducido a casi la mitad. Hasta septiembre de 2013, según estadísticas del BDE, las remesas se situaron en 4.762 millones; es decir, 1,4% menos que el mismo periodo de 2012. En el caso de los ecuatorianos, entre enero y junio, el flujo de envíos sumó 380 millones de dólares, 5,7% menor al flujo en el primer semestre de
2012 (USD 403,2 millones).

En cambio, el dinero que ingresó a España a través de este cauce creció en un 2,9%, hasta situarse en los 4.661 millones de euros. Estimaciones del ente regulador calculan que en 2013 terminaría con una inyección de divisas cercana a los 6.200 millones de euros, un 16% más que en 2008.