Aunque por el momento todas las personas que llegan a la isla Corona son invitados, el destino apunta a concienciar a sus turistas sobre la importancia de un turismo sostenible, el cuidado de los ecosistemas marinos y ayudarlos a reconectarse con la naturaleza a través de una experiencia que combina el placer y comodidades de la marca con la belleza natural del sitio caribeño.

La Revista conversó con María Angélica Figueroa, global lead para Corona Island, para conocer más detalles sobre la exclusiva isla.

¿Cuáles son los pilares sobre los que se construye ese proyecto?

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El pilar más fuerte es obviamente el tema de sostenibilidad y el propósito de la marca de demostrar que se puede hacer un turismo sostenible y que se puede devolver a la naturaleza mientras disfrutamos de ella. Queríamos que las personas pudieran vivir lo que la marca durante mucho tiempo ha creado en el imaginario de las personas (...), pero en un espacio real. Es un proyecto multidisciplinario, lleno de diferentes aristas, porque también está el tema de cómo tenemos una operación de día a día y cómo generamos una experiencia para que las personas tengan una actividad y enfoque diferente y el tema de la hospitality, que tenía que estar alineado a los estándares prémium, pero ser muy responsables con los estándares de sostenibilidad.

Las adecuaciones para el hospedaje de sus invitados respetan el paisaje natural.

¿Cómo se escogió la ubicación y cuáles son los encantos de esa zona?

La idea la trajo el equipo de Colombia y desde Global buscamos muchas islas alrededor del mundo, pero le dimos esa oportunidad a Colombia porque el lugar se conectaba con la marca y con la belleza natural que nos permitía crear la experiencia sostenible (...) y nos pareció que era el punto adecuado. La isla tenía grandes condiciones de posibilidades frente a lo que se podía hacer para este proyecto. La isla está naturalmente dentro de un parque nacional, que es un área protegida, y para nosotros también significa poder aportar a esa área y la isla es naturalmente preciosa. Está en un banco de arena y su playa es dinámica, todos los grupos tienen una experiencia de playa distinta debido a esto.

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¿Cómo se diseñó la experiencia?

La experiencia se diseñó desde varias perspectivas: hay la experiencia para que la persona disfrute y ahí la experiencia para que refuerce ese sentido de sostenibilidad (además de las comodidades en el hospedaje). Dentro de toda la construcción o todas las adecuaciones que hicimos dentro de la isla obviamente la sostenibilidad fue lo más importante. Desarrollamos todo con materiales naturales, certificados, madera reforestada y con la ONG Oceanic Global hicimos toda la auditoría de hasta el último tornillo hasta el jabón que se usa para hacer las limpiezas diarias de operación. Esas son las tres variables que se unen y además somos la primera isla certificada con el blue standard de tres estrellas, lo que quiere decir que somos 100 % libres de plástico de un solo uso.

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¿Qué áreas pueden disfrutar los visitantes exclusivos?

Los espacios que se ejecutaron fueron un restaurante que tiene un rooftop que está alrededor de los árboles y que da esa sensación de nido, pero también permite una vista 360° de la isla. Tenemos 10 bungalows de capacidad doble, cada uno con su propio baño y jacuzzi (que se llena a demanda), un bar de playa (cuya ubicación se eligió tomando en cuenta un sitio desde donde se pueda seguir todo el recorrido del sol desde el amanecer hasta el atardecer) y un muelle que atraviesa toda la isla y la rodea por el costado norte. Hay una zona chill, en el centro de la isla, también alrededor de los árboles, porque las adecuaciones que hicimos respetan la naturaleza que ya existía dentro de la isla.

El área central de la isla invita al relajamiento y a compartir.

¿Qué puede comentar sobre la parte gastronómica a cargo de Chris Carpentier?

Queríamos promover la gastronomía local y trabajar mucho con productos locales, no hacemos grandes importaciones para el manejo de CO2, etcétera. Pero como es un proyecto global donde participan muchos más mercados, entonces Christopher es un chef chileno que ha vivido más de cinco años en Colombia y conoce todos los productos locales, y básicamente lo que está haciendo él es una integración de esta cocina internacional con los productos locales y con los sabores propios de los colombianos con ese punch de diferentes texturas y colores.

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¿Qué actitud esperan de los visitantes a la isla?

Nuestro foco hacia los visitantes es que tengan una desconexión del mundo en que viven y que vuelvan a conectarse con el mundo natural, es lo que esperamos cuando se van. Y lo que hacemos es enseñarles a cambiar esa perspectiva, por ejemplo, sobre cómo desde sus actividades del día a día pueden aportarle a la naturaleza. Los sensibilizamos sobre los corales, queremos llevarlos a conocer el proceso que implica volver a tener esa parte tan importante del ecosistema marino vivo y también la experiencia manglares les permite entender cómo el manglar aporta a la vida marina (...) y nos ha pasado que varias de las personas que han recibido esa información han llegado a sus países y han ido a plantar manglares, entonces ha sido muy bonito. Hay fuerte control de residuos, todo lo que llega a la isla tiene que salir de ella. En la isla hay un cierto número de animales que para nosotros ellos son los dueños de la isla y nosotros somos visitantes y entonces lo que les pedimos es mucho respeto hacia ellos y además de un consumo responsable.

¿Cree que este modelo turístico pueda extenderse a otras islas?

Lo que me propuse mucho con este proyecto es que fuéramos referentes. Hay muchas formas de turismo que afectan a la naturaleza y la isla en este momento se está convirtiendo en un modelo de cómo podemos devolverle algo a la naturaleza y cómo es posible disfrutar y tener un lugar prémium, pero integrado con elementos naturales y con prácticas sostenibles (...). Lo que soñamos es que otras islas puedan replicar los modelos que estamos usando, como los paneles solares, etcétera. Ojalá pudiéramos extender el concepto de esta isla a más lugares, sería un sueño para la marca.