El teléfono suena. Del otro lado de la línea, un falso familiar enfermo de covid-19 pide ayuda para pagar el tratamiento. “Por favor, primo, no me dejes morir”, le dice. “Ahorita mando a unos señores de aquí del hospital para que les des el dinero”.
Estafas como esta, sobre la que alertó la policía en Ciudad de México, y fraudes por Internet son solo algunas de las tácticas que usa la criminalidad en tiempos de la covid-19 para lucrar con la angustia y las necesidades de la gente.
Y como en México, grupos delictivos aprovechan también la situación para hacer negocios ilegales en otras regiones del globo, como Asia, África y Europa.
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Ahora se abre un nuevo frente. La red policial Interpol emitió en diciembre una alerta a sus 194 países miembro por posibles falsificaciones y robos de vacunas, a medida que avanza la producción y distribución.“Mientras los gobiernos se preparan para sacar las nuevas vacunas, las organizaciones delictivas planean infiltrarse en las cadenas de suministro o perturbarlas”, dijo el secretario general de la organización, Jürgen Stock.
“Las redes delictivas también dirigirán sus amenazas contra ciudadanos confiados, utilizando sitios web fraudulentos y anunciando remedios falsos, lo que podría suponer un grave peligro para su salud, e incluso para sus vidas”, advirtió.
México ocupa el tercer lugar mundial en mayor número de muertes por coronavirus. Meses atrás 14 enfermeros recién llegados como refuerzo a la capital fueron secuestrados en dos hoteles para exigir a sus familias un rescate.
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La falta de oxígeno medicinal también dio campo de acción a delincuentes. Mientras la gente hace filas para conseguirlo en países como México y Perú, las estafas de venta online se multiplican. La policía mexicana reportó también un aumento de robos de tanques de oxígeno, que se ofertan a altos precios en el mercado negro.
Tan solo en México, las autoridades de protección al consumidor hicieron cancelar 1.200 perfiles de Facebook y 130 páginas de comercio electrónico en las que se vendían productos robados o se cometían fraudes.
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Estados Unidos restringió la importación de alcohol en gel de México tras detectar productos con ingredientes peligrosos. Y Chile desmanteló una fábrica que los producía de manera fraudulenta, sin cumplir los estándares.
A principios de febrero Europol, la agencia policial europea, dio a conocer que en el aeropuerto Charles de Gaulle de París, en el Reino Unido y en España la policía detuvo a personas que vendían certificados de laboratorio falsos con resultados negativos a coronavirus.
Esos test son ahora un requisito para viajar a muchos países y se deben presentar antes de subirse al avión. También en la ciudad mexicana de Cancún hubo reportes similares de venta de pruebas falsas para turistas que los necesitaban para volver a casa.
En Vietnam la policía descubrió una empresa que hacía mascarillas con papel higiénico y en Filipinas estafadores hicieron campañas online de recaudación de fondos para personas desempleadas por la pandemia, a nombre de organizaciones inexistentes.
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En Sudáfrica un confinamiento de varios meses con prohibición de alcohol y tabaco llevó a que se desarrollara un gran mercado negro, con productos de incierta calidad y procedencia.
Los actos ilegales no se limitan, sin embargo, a la delincuencia. De acuerdo con la organización civil Trasparencia Internacional (TI), la pandemia provocó también una explosión de corrupción en el sector público en muchos países.
Esto va desde sobornos para acceder a pruebas y tratamientos hasta irregularidades y falta de transparencia en contratación de suministros. “La covid-19 no es solo una crisis sanitaria y económica: es una crisis de corrupción”, alertó la presidenta de TI, la argentina Delia Ferreira Rubio.