La Union Jack es venerada por muchos británicos, pero la cultura popular ha adoptado esta icónica bandera para tapizar muebles, diseñar ropas o comercializar música por todo el mundo, hasta convertirla en algo casi banal, una tendencia que no deja de crecer en el Reino Unido.

En una de sus apariciones recientes más destacadas, la cantante Dua Lipa -británica de raíces albanokosovares- sorprendió ataviada con un vestido de la Union Jack a cargo de Vivienne Westwood en su actuación de los últimos Brit Awards.

No es novedad, ni patriotismo. La "Spice Girl" Geri Halliwell, David Bowie o el guitarrista de "The Who", Pete Townshend, ya lo habían hecho antes, pero la Union Jack ha conseguido pasar de generación en generación sin perder popularidad ni frescura.

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Desde la Segunda Guerra Mundial, la Union Jack consiguió convertirse en un icono de la cultura popular y “divorciarse exitosamente de sus orígenes nacionalistas”, algo que el Brexit amenaza con devolver, según explica a Efe el arquitecto y periodista especializado en diseño Edwin Heathcote.

Tras la salida de la Unión Europea, la bandera del Reino Unido ha reafirmado su papel como máximo exponente de la identidad británica, especialmente para el "premier" Boris Johnson, que la luce en su mascarilla, en sus conferencias, y obligó por ley hace unos meses a que ondee todos los días del año en los edificios gubernamentales.

Mientras en la torre del Parlamento ondea majestuosamente la bandera, a pocos pasos de allí se hace patente su extrema dualidad, reconvertida en souvenirs y baratijas de todo tipo o encerrada en el envoltorio de decenas de productos en el supermercado.

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La bandera del pueblo

Esto se debe a que la Union Jack nunca ha tenido una ley que regulase su uso, lo que ha permitido reproducirla "en todos los colores y formas" hasta la saciedad, algo que para Nick Groom, profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Exeter, significa que "todo el mundo tiene propiedad sobre ella", y no solo el Gobierno.

Por este motivo, Groom criticó el intento de repolitizar la Union Jack. “No deberíamos permitir que una facción política se apodere de ella y es una responsabilidad de los británicos impedir que eso pase. La Union Jack no apoya el Brexit”, subraya en declaraciones a Efe.

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Sus orígenes en la cultura popular comenzaron en la era sesentera del “Swinging London”, de mano de la moda y la música de grupos como los Beatles, los Rolling Stones o The Who, y volvió a resurgir tres décadas después, con el Britpop de los años 1990, Alexander McQueen y el movimiento “Cool Britannia”.

Imagen de una tienda de souvenirs con la bandera del Reino Unido. Foto: EFE

Más que un trozo de tela, es una cultura en sí misma. De hecho, el vexilólogo (estudioso de las banderas) Graham Bartram afirma que, si se le preguntase a cien personas que escogiesen un solo símbolo representativo del Reino Unido “99 llevarían la bandera de la Unión Jack y, la restante, tal vez una tetera”.

Errores internos

La Union Jack también tiene sus detractores, puesto que su diseño lleva inherente también el pasado colonial del Reino Unido, y por este motivo todavía está presente en las banderas de países como Australia, Nueva Zelanda o incluso en estados como Hawai (Estados Unidos).

Ideada por el conde de Nottingham en 1674, desde su nacimiento no ha estado exenta de polémica, puesto que el hecho de que la cruz roja de San Jorge se superponga sobre la cruz blanca de San Andrés para muchos fue interpretado como un sinónimo de la superioridad de Inglaterra sobre Escocia.

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Este diseño se completa con la cruz aspada y roja de San Patricio, representando a Irlanda del Norte, pero para el periodista y escritor de "El poder de las banderas", Tim Marshall, posee errores internos "problemáticos", ya que no representa a la cuarta nación, Gales, y por tanto no refleja la totalidad del Reino Unido.

Foto: Pexels

Heathcote va más allá y afirma que en los últimos años los ingleses tampoco "han tenido en cuenta las opiniones de los escoceses y los irlandeses", por lo que augura que se está ante el comienzo del fin del Reino Unido y, por tanto, de la Union Jack.

“Es inevitable. Irlanda se unirá de alguna forma y Escocia abandonará. Gales, que irónicamente es el único país que no está representado, se quedará con nosotros. Y entonces habrá que crear otra nueva bandera”, concluye. (I)