La disfunción eréctil es un problema médico común, que afecta aproximadamente al 15 % de los hombres cada año, según la Organización Mundial de la Salud. Más de 150 millones de personas tenían esta afección en 1995, y se estima que para 2025 serán 320 millones.

La versión severa de la enfermedad es un predictor independiente de una pobre calidad de vida, pero no un indicador de comorbilidades. La base puede ser psicológica o fisiológica; con más frecuencia está relacionada con anormalidades vasculares en el cuerpo cavernoso y en el tejido eréctil, que se asocian con enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo.

De momento hay un tratamiento sin cirugía para la disfunción eréctil, que consiste en ondas de choque de baja energía y frecuencia en la zona de los cuerpos cavernosos, y de alta frecuencia para dolores pélvicos crónicos, como en las alteraciones prostáticas. Así se estimula para crear nuevos vasos sanguíneos, aumentando el flujo arterial y mejorando las erecciones, explica el doctor Antonio Grandez-Urbina, miembro de la Asociación Urológica Americana, la Confederación Americana de Urología y la Sociedad Peruana de Urología.

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“El tratamiento aumenta el metabolismo y circulación por medio de la neovascularización o formación de nuevos vasos sanguíneos, mejorando la oxigenación. Produce importante disminución del dolor, acelera los procesos celulares; por lo tanto, aumenta la producción de colágeno y elastina, usados en medicina estética”, detalla Grandez-Urbina. “Además, restaura la movilidad, aumentando la concentración de macrófagos que migran para degradar los depósitos de hidroxiapatita (mineral biológico que representa un depósito del 99 % del calcio corporal) y eliminar las calcificaciones”.

Esta, asegura el urólogo, es una eficaz alternativa para curar la impotencia masculina sin cirugía, para mejorar la calidad de vida y la salud de los pacientes. Explica que puede aplicarse en hombres con diabetes, hipertensión arterial, cirugías de próstata o pélvicas, consumo de antidepresivos, que tengan lesiones musculares o tendinitis, espolón calcáneo, pseudoartrosis o no uniones óseas. También en casos de prostatitis aguda o crónica y síndrome doloroso pélvico crónico.

Grandez-Urbina lidera el Departamento de Urología del centro especializado Insalud, que abrirá su primera sede en Ecuador en la torre médica Solaris, en Guayaquil. Allí aplicará el tratamiento de las ondas de choque, cuya eficacia para disfunción eréctil es, según señala, del 98 %. Las sesiones duran aproximadamente 17 minutos para un total de 3.000 golpes de ondas, sin causar dolor. (I)