Cuando el sildenafil empezó a comercializarse para ayudar a quienes tenían problemas en la función sexual, los usuarios tenían entre 40 y 70 años y un problema conocido como disfunción eréctil. Pero cada vez más jóvenes sanos se unen a estas filas, solo por diversión.

Según una encuesta realizada en 2010 en México D. F., uno de cada cinco jóvenes de entre 18 a 30 años hacían uso de alguna pastilla para la disfunción eréctil, sin necesitarla, con fines recreativos.

Pero tal vez estos jóvenes no toman en cuenta un factor importante. El fármaco puede tener efectos físicos, pero no soluciona problemas psicológicos, como la ansiedad, que tiene un gran peso en el desempeño sexual. En realidad, tomar estas pastillas puede crear un problema donde no lo había.

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“Estamos viendo casos con consecuencias del uso inadecuado de productos que fueron diseñados para quienes tienen una enfermedad, la disfunción eréctil”, informa el doctor Germánico Zambrano, psiquiatra y sexólogo. “Desde el principio se vio que personas los utilizaban sin necesitarlo, especialmente jóvenes. En algún momento, este grupo llegó a conformar el 40 % de los usuarios”.

Los jóvenes utilizan los fármacos para la disfunción eréctil como una manera de continuar la fiesta. Foto: Agencias

El psiquiatra cree que la explicación estaría en la alta presión social por ser exitosos en el área sexual. “Más aún si los chicos se evalúan de acuerdo a la información de la que disponen: la pornografía y las conversaciones exageradas con los amigos”. Esto los lleva a formarse expectativas irreales de lo que conlleva un encuentro sexual.

Muchos jóvenes se inician en la vida sexual en la forma más inadecuada, y fallan, porque están bajo el efecto de grandes cantidades de alcohol (esto deprime el sistema nervioso y hace que la erección pierda fuerza). O en contextos inapropiados, en un auto, en un baño o en un aula de clases. Esas experiencias fallidas y las comparaciones los llevan a caer en el consumo de otras sustancias”: sildenafil, tadalafilo, vardenafilo.

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Hay una idea equivocada de cómo funcionan estos. Se piensa que su función es aumentar el deseo sexual, cuando en realidad no son afrodisiacos, recalca Zambrano, sino que “dilatan los cuerpos cavernosos y mejoran la circulación, y por tanto permiten una mejor erección”.

Si la persona está motivada, los medicamentos mejorarán la capacidad de respuesta para un segundo o tercer coito. “Pero si esa primera fase, la del deseo, está bloqueada porque el joven tiene mucha ansiedad y temor de fallar, estos miedos y recuerdos de malas experiencias anteriores serán tan poderosos que causarán un bloqueo; aunque tome varias pastillas, no habrá una buena respuesta”.

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Usar fármacos para aumentar el rendimiento sexual, sin necesidad, puede agravar problemas de ansiedad Foto: Agencias

Las mediciones indican que tanto los jóvenes que usan sildenafil de manera recreativa como los que no, tienen un desempeño similar. La diferencia está en el nivel de satisfacción. Se ve que el primer grupo retuvo la inseguridad y no alcanzó a disfrutar de la experiencia, no como el segundo grupo.

“Insistimos en que los medicamentos pueden causar más problemas, una disfunción eréctil psicógena”, dice el doctor Zambrano. Esto significa que cuando la persona no disponga del medicamento, entrará en ansiedad y se convencerá de que va a fallar.

El médico ofrece más datos sobre el uso de estos productos.

  • El efecto no es instantáneo, debe pasar al menos una hora.
  • El uso junto con alcohol o drogas como la cocaína puede complicar las cosas, primero por la interacción química, y luego porque lleva a conductas sexuales irresponsables, con la consecuencia de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.

Retardar el inicio de la vida sexual

La tendencia en sexología a nivel mundial es animar a los jóvenes a no precipitarse a ser sexualmente activos. “Entre más maduren, estarán mejor preparados para ser responsables”, con suficientes criterios para escoger una pareja y valorarse a sí mismos.

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El sexo es un encuentro muy intenso con otro ser humano, indica el psiquiatra. “No solo voy a entrar en contacto con el cuerpo o los genitales del otro, sino con la persona, sus vivencias, su personalidad. Voy a dejar en ella parte de lo que soy, lo que siento y lo que vivo, y al mismo tiempo voy a recibir”. Entre más adulta sea la pareja, más satisfactorio será el encuentro.

La sexualidad, dice Zambrano, es parte de la maduración del ser humano, y debería contribuir a la experiencia afectiva para ser realmente gratificante, en vez de conllevar trauma y dolor. “Aquellas personas que se respetan a sí mismas van generando una filosofía de respeto por los sentimientos de los demás”, y pueden llegar con menos secuelas negativas a la vida de pareja.

El problema de la pornografía

El psiquiatra Zambrano considera que la pornografía es un elemento de desinformación para la cual los jóvenes no tienen defensas. “Una verdadera educación sexual ayuda a que no estén perdidos cuando les venga la avalancha de sexoerotización de la sociedad actual, que entra por todas las industrias, que hace apología de actos contra la sensibilidad de los seres humanos”. El ejemplo familiar es lo más importante, y la información verificada es la acompañante. “Aunque el chico crea que sabe más que el padre, le faltan vivencias y valores”.

Para quiénes se recomienda el sildenafil

Según el Sistema Nacional de Salud de los Estados Unidos, este compuesto es solo para los hombres mayores de 18 años que tienen impotencia, es decir, una incapacidad para tener una erección o para mantenerla.

Los efectos secundarios más comunes son dolores de cabeza, náusea, sofocos y mareos, pero muchos hombres no perciben ningún efecto adverso.

Se recomienda no tomar fármacos para la disfunción eréctil en todos estos casos:

  • Problemas graves de corazón o de hígado
  • Un derrame reciente
  • Presión sanguínea baja,
  • Tratamiento con nitratos
  • Enfermedad genética hereditaria en los ojos (retinitis pigmentosa)

Y es mejor consultar con un médico antes de tomar sildenafil si se sigue otro tratamiento o se padece otra enfermedad, como úlceras de estómago, hemofilia, leucemia o anemia de células falciformes. (I)