Ser una persona erudita tiene que ver ciertamente con la “cultura” que un individuo posee, pero no se trata estrictamente de conocimientos (provenientes de libros, películas, viajes y experiencias vividas) sino que también incluye una postura que lo convierte en un mejor ser humano.

Ese conjunto de valores tiene que ver con una sensibilidad para entablar relaciones sanas y de respecto por el otro. Hay que aclarar que no es lo mismo una persona culta que una inteligente. Se tratan de dos estados distintos del intelecto.

Una persona culta se forma, como su nombre lo indica, se “cultiva”; una inteligente posee una ventaja innata que, puede medirse y cuantificarse, de saber cosas, respuestas, conocimiento puro, pragmatismo, pero que no implica una postura filosófica de vida.

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Toman la iniciativa para ayudar a los demás y se preocupan por aquellos con los que han tenido poco o ningún contacto. Foto: Nadasaki

Rasgos de una persona culta

Son muchos los rasgos distintivos de una persona culta: rechazan el pragmatismo y viven la vida en términos estéticos, la disfrutan y hace que otros la disfruten. Son empáticos, amables, respetuosos y de conducta educada. Les gusta la honestidad.

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Estas personas saben que robar no es el único modo de dañar las propiedades de los otros, y por lo tanto pagan todas sus deudas. Foto: Sasithorn Phuapankasemsuk

Otros rasgos característicos de las personas cultas son: no prejuzgan, toman la iniciativa para ayudar a los demás y se preocupan por los otros, incluso por los que han tenido poco o ningún contacto. No gustan de la vanidad, pero sienten respeto por el talento propio y ajeno. No manipulan, ni se dejan manipular. (I)

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