El viaje del cuerpo no concluye con la muerte. Solo comenzará un largo proceso de eliminación de sus componentes.

Pero, ¿qué sucede cuando los cuerpos se descomponen?

Si los restos son dejados en un ambiente natural, o se coloca en una tumba poco profunda, el cuerpo sin vida comienza a desintegrarse lentamente, hasta que solo quedan los huesos. La descomposición de un cuerpo humano es un proceso muy largo con muchas etapas, de las que la putrefacción es solo una parte.

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En un artículo publicado en Mosiac Science, Moheb Constandi narra la larga decadencia del cuerpo humano. Esta comienza cuando el corazón deja de bombear sangre al resto del cuerpo, lo que provoca que la circulación se estanque, la vejiga y los intestinos se vacíen, la piel se quede rígida y los músculos se relajen.

Posteriormente, la temperatura comienza a descender hasta adquirir la misma del entorno que rodea al cadáver.

Según el científico forense M. Lee Goff, la descomposición es un proceso continuo, que comienza en el punto de la muerte y termina cuando el cuerpo se ha reducido a un esqueleto.

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Livor, rigor y algor mortis

El livor mortis es el punto en el que el cuerpo de una persona fallecida se vuelve muy pálido, o ceniciento, poco después de la muerte, esto debido a la pérdida de circulación sanguínea cuando el corazón deja de latir. Este proceso puede comenzar después de aproximadamente una hora después de la muerte y puede continuar desarrollándose hasta 9-12 horas después.

En el rigor mortis, el cuerpo se vuelve rígido y completamente indestructible, ya que todos los músculos se tensan debido a los cambios que ocurren en ellos a nivel celular. El algor mortis ocurre cuando el cuerpo se enfría. Suele establecerse en un período de aproximadamente 18-20 horas después de la muerte.

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El color verdoso de cuerpo se debe al hecho de que los gases se acumulan dentro de sus cavidades (sulfuro de hidrógeno). Poco a poco inicia la separación de la piel del cuerpo, la capa protectora externa de nuestra piel, de hecho, está hecha de células muertas. Tras la muerte, en hábitats húmedos, la epidermis comienza a separarse de la dermis y por eso puede eliminarse fácilmente del cuerpo.

Para finalizar, inicia la putrefacción que cuando se despoja al cuerpo de todos los tejidos blandos y solo queda el esqueleto.


Al morir, el sistema inmunitario deja de funcionar. Allí la microbiota, también conocida como flora intestinal que es el conjunto de microorganismos vivos o bacterias que se encuentran en nuestro organismo, comienza a extenderse por todo nuestro cuerpo, desde el punto en el que el intestino delgado y el grueso se juntan y devora nuestros tejidos, alimentándose de las células dañadas.

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Primero conquistan el hígado y el riñón. Más tarde, el bazo, intestino, estómago y útero primero, luego el corazón y los huesos; de ellos, los dientes son los últimos en desaparecer, debido a la resistencia que proporciona el esmalte.

El cuerpo es tan poderoso químicamente que puede dejar marcas en el suelo durante años, destaca una publicacióm de El Confidencial, debido a toda la carga química del organismo –cada kilogramo contiene unos 32 gramos de nitrógeno, 10 de fósforo, 4 de potasio y 1 de magnesio–. Aunque devastará la vegetación cercana, a largo plazo termina convirtiéndose en abono para el ecosistema.

Parece así cumplirse la famosa frase que se escucha en tiempos cuaresmales: ‘Polvo eres y en polvo te convertirás’. (I)