La piridostigmina es un medicamento que ha sido utilizado por décadas en forma exitosa para el manejo de una enfermedad neuromuscular llamada miastenia gravis.

Ahora, un estudio iniciado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, por el doctor Sergio Iván Váldes Ferrer, inició un ensayo clínico controlado para probar el efecto de la piridostigmina en dosis bajas, contra placebo, como terapia complementaria en pacientes graves internados con COVID-19, para determinar si este medicamento podría reducir la mortalidad, según reportó el intensivista Gerardo Gamba, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El estudio empezó en abril de 2020 y terminó en septiembre, y se aplicó a 188 pacientes: 94 en el grupo placebo y 94 en el de piridostigmina. Las personas tenían entre 51 y 54 años, 60% de hombres en cada grupo, un promedio de diabetes e hipertensión de 35% y también casos de obesidad.

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Paramédicos en Nezahualcóyotl, México, se preparan a transferir a un paciente de COVID-19 al hospital. Foto: Shutterstock

El tratamiento para cada persona fue de catorce días. Además, algunos pacientes de ambos grupos recibieron dexametasona, aprobada para su uso en COVID grave.

“De los 94 pacientes que recibieron piridostigmina fallecieron 11 (11,7%), mientras que de los 94 que recibieron placebo fallecieron 22 (23,4%)”, escribió Gamba en el diario mexicano La Crónica de Hoy.

La mortalidad en el grupo placebo refleja los índices globales. Pero en el grupo de piridostigmina esto se redujo a la mitad.

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La versión preliminar del estudio está en etapa de revisión por una revista médica.

El proyecto parte de la premisa de que muchos pacientes con COVID-19 severo tienen una respuesta inmune muy intensa y un estado de inflamación descontrolada que los lleva a la muerte. El uso de la piridostigmina apunta a inhibir una enzima que actúa sobre el reflejo inflamatorio del sistema nervioso central.