Un número cada vez mayor de personas mayores padece dolor de columna. Aunque los medicamentos son cruciales para el tratamiento del dolor, los pacientes geriátricos no pueden utilizarlos en exceso debido a la disminución de la función hepática y renal, las enfermedades comórbidas y la polifarmacia (el uso simultáneo de múltiples fármacos para tratar afecciones médicas).

Ahora, un estudio de revisión de la Universidad de Boston (Estados Unidos) ha desvelado que el paracetamol es seguro en adultos mayores, pero los antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno) son más efectivos para el dolor relacionado con la columna.

Además, los medicamentos para el dolor nervioso (gabapentina y pregabalina) se pueden usar en personas mayores, con precaución en cuanto a la dosis y la función renal. Los antidepresivos más nuevos (duloxetina) más que los más antiguos (nortriptilina) pueden ayudar con el dolor relacionado con la columna, prestando atención a la posible sedación y mareos.

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“Guía de medicamentos útil”

“La mayoría de las personas mayores experimentan dolor de cuello o de espalda baja en algún momento, lo suficientemente molesto como para ver a su médico. Nuestros hallazgos brindan una guía de medicamentos útil para que los médicos la usen para el dolor de columna en una población de mayor edad que puede tener un historial médico complejo”, ha explicado el autor Michael Perloff.

En definitiva, han observado que los analgésicos gabapentina y pregabalina pueden causar mareos o dificultad para caminar, pero pueden tener algún beneficio para el dolor de los nervios del cuello y la espalda (como la ciática) en adultos mayores. Deben usarse en dosis más bajas con ajustes de dosis más pequeños.

En el caso de algunos relajantes musculares, como carisoprodol, clorzoxazona, ciclobenzaprina, metaxalona, metocarbamol y orfenadrina, se evitan en adultos mayores debido al riesgo de sedación y caídas. Otros (tizanidina, baclofeno, dantroleno) pueden ser útiles para el dolor de cuello y espalda, con mayor evidencia para la tizanidina y el baclofeno. Estos deben usarse en dosis reducidas, evitando la tizanidina con enfermedad hepática y reduciendo la dosis de baclofeno con enfermedad renal. (I)