El jengibre tiene una larga historia de uso en diversas formas de medicina tradicional y alternativa. Se ha utilizado para ayudar a la digestión, reducir la náusea y ayudar a combatir la gripe y el resfriado común, por nombrar algunos de sus propósitos.

Su origen se dio en alguna zona tropical de Extremo Oriente, pero este cultivo se ha extendido a casi todas las regiones tropicales del mundo. Para aprovechar sus beneficios se suele utilizar el rizoma fresco de la planta, pero también existe en otras presentaciones.

Un artículo científico publicado en la revista Nutrients, concluye que el jengibre alivia las náuseas y los vómitos durante el embarazo, la función digestiva, mejora el nivel de expresión de marcadores de riesgo de cáncer colorrectal y efectos antiinflamatorios.

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“En el caso de las náuseas, puede ayudar a aliviar este síntoma y los vómitos en personas que se someten a ciertos tipos de cirugía. El jengibre también puede ayudar con las náuseas relacionadas con la quimioterapia, pero se necesitan estudios más amplios en humanos; y, es eficaz cuando se trata de náuseas relacionadas con el embarazo, como las matutinas”, señala la doctora Carolina Barrero.

Por otro lado, en un estudio de 2015, se analizó a 41 participantes con diabetes tipo 2, quienes consumieron 2 gramos de jengibre en polvo al día, con esto redujo el azúcar en sangre en ayunas en un 12 por ciento. También mejoró drásticamente la hemoglobina A1c (HbA1c), un marcador para los niveles de azúcar en sangre a largo plazo.

“El jengibre ayuda también para combatir los resfriados, ya que ayuda a la sudoración y es muy útil en gripes; es rico en antioxidantes, que retrasan el proceso de envejecimiento; para la actividad muscular, pues presenta un alto contenido en magnesio, calcio y fósforo, minerales que participan activamente en la contracción del músculo y en la transmisión del impulso nervioso. Constituye, pues, un remedio útil para prevenir y combatir espasmos musculares y debilidad muscular”, recalca Barrero. (I)