Pocos alimentos hay tan completos y versátiles como el huevo. Superado ya el falso mito de que suponen un riesgo para la salud cardiovascular, podemos comer perfectamente uno al día sin miedo. Escogiendo las formas más saludables de cocinarlo, eso se da por descontado.

La doctora Alegría Dávalos, vocera oficial de la Corporación Nacional de Avicultores (Conave), explica que el huevo es un alimento que se necesita desde el inicio de la vida. A los bebés primero se les da la yema, luego la clara, y conforma pasan los meses puedenn alimentarse con el huevo completo. Recalca además, en un video explicativo, que la parte blanca es la albúmina, que es materia prima de mejor calidad.

Rico en nutrientes, fuente de proteínas de alta calidad, vitaminas y minerales, también es uno de los alimentos más delicados que pueden provocar toxiinfecciones.

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Todo empieza por una buena conservación, pero en ocasiones podemos dudar de si los huevos que tenemos en la refrigeradora siguen en buen estado o se han pasado de fecha. Para comprobarlo, hay un método muy sencillo que todos podemos aplicar en casa: sumergiéndolos en agua.

Un huevo común fresco está formado por varias partes claramente diferenciadas que básicamente se dividen en el interior, el alimento nutritivo que, en caso de ser fecundado, daría lugar al embrión del que nacería un pollito. La naturaleza es sabia y proporciona barreras físicas y químicas que protegen la yema -el óvulo- del exterior.

A medida que pasan los días desde la puesta, el huevo va perdiendo calidad. El agua que contiene se va evaporando a través de los poros de la cáscara, provocando un aumento de la cámara de aire interna, y una pérdida paulatina de peso.

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Truco con el agua

Colocar un huevo en un recipiente, preferiblemente transparente, con agua para observar el resultado con más precisión. Una vez realizado este paso, se pueden observar los siguientes resultados:

  • El huevo se hunde rápidamente y se queda en el fondo colocado de forma “horizontal”, esto significa que el huevo es fresco.
  • El huevo se hunde más o menos lento y se queda en el fondo inclinado o de pie completamente, esto quiere decir que el huevo no es fresco. Cuanto mayor es el grado de inclinación más viejo es el huevo. En estas situaciones el huevo es apto para ser consumido.
  • El huevo no se termina de ir al fondo y se queda levemente flotando sin llegar. Llegados a este punto el huevo está ya en mal estado, aunque existen fuentes que siguen recomendando su consumo.
  • El huevo se queda flotando en la superficie, esto quiere decir que está podrido y no debe consumirse de ninguna manera. Esta flotación es causada por los gases que genera la materia orgánica al descomponerse.

La fecha de caducidad de un huevo se cumple aproximadamente unos 28 días después de su puesta.

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El método más evidente para saber si un huevo está bueno o malo es mirar la fecha de caducidad en el cartón o en cada uno de los huevos que contiene el cartón. No obstante, este método, a veces no es suficiente, ya que las fechas impresas en los propios huevos pueden verse mal o borrarse y, por otro lado, el cartón de los huevos suele irse a la basura en cuento guardamos los huevos en la refrigeradora. (F)