En esta ocasión analizaré uno de los crímenes más destructivos de la humanidad: la pedofilia, un tipo de abuso sexual contra niños y niñas. El abuso sexual se define como “… Contactos e interacciones entre un niño y un adulto cuando el adulto –agresor– usa al niño para estimularse sexualmente él mismo, al niño o a otra persona” (National Center of Child Abuse and Neglect, 1978).

Las personas que presentan pedofilia poseen una perturbación sexual que está clasificada dentro de los trastornos de preferencias sexuales o parafilias (DSM V) y presentan un deseo incontrolable o impulsos excitatorios irrefrenables de materializar las fantasías sexuales relacionadas con niños, en general de 13 años o menores. Este trastorno se puede presentar desde la adolescencia, en donde el parámetro que se puede identificar es la atracción por niños cinco años menores o más.

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Estos trastornos se deben a cambios estructurales cerebrales, cambios bioquímicos, endocrinos y alteraciones genéticas, y cada uno requiere una mezcla personalizada de procesos terapéuticos.

Dra. Nuria Vanegas

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Estas personas pueden tener atracción por niños de forma exclusiva cuando esas fantasías son el único camino de encontrar la excitación sexual; también existen personas que pueden presentar excitación con personas de su edad y esporádicamente se presentan episodios de atracción por menores.

Sus preferencias sexuales pueden ser:

● Con atracción sexual por los hombres

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● Con atracción sexual por las mujeres

● Con atracción sexual por ambos sexos

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● Limitada al incesto, únicamente con familiares

● De tipo exclusivo, únicamente con niños

● De tipo no exclusivo, es decir, tienen relaciones con adultos y esporádicamente se sienten atraídos por niños

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Estos agresores suelen tener un sistema de creencias disfuncionales, es decir, en su mente están convencidos de líneas de pensamiento distorsionado que mantienen su comportamiento desviado, minimizando o negando su responsabilidad, con lo que neutralizan la seriedad de sus agresiones a través de ciertas justificaciones, por ejemplo:

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  • Las caricias sexuales no son en realidad sexo y por ello no se hace ningún mal.
  • Los niños no lo dicen debido a que les gusta el sexo.
  • El sexo mejora la relación con un niño.
  • La sociedad llegará a reconocer que el sexo con los niños es aceptable.
  • Cuando los niños preguntan sobre el sexo significa que el o ella desean experimentarlo.
  • El sexo práctico es una buena manera de instruir a los niños sobre el sexo.
  • La falta de resistencias físicas significa que el niño desea contacto sexual (C. R. Hollin 1989).

En el caso actual, semejante al de muchas bandas internacionales, se encuentran diferentes perfiles sociopáticos que integran un grupo de personas que comercializan videos de contenido pedófilo, alguno de ellos puede tener una mezcla de todos, básicamente podríamos encontrar entre ellos estos perfiles:

1. Las personas que tienen trastorno de personalidad antisocial intervienen en actos de delincuencia común con motivación de lucro o de poder.

2. Las personas que buscan la satisfacción emocional, pero de una manera pervertida, son las que inducen al acto en sí mismo, y son violadores, pederastas o pedófilos.

3. También están los que graban los videos o facilitan el escenario, podría ser una mezcla de delincuente común, pederasta y voyerista, o tener una de esas únicamente.

Cada uno de estos trastornos se deben a cambios estructurales cerebrales, a cambios bioquímicos, endocrinos y alteraciones genéticas. Cada persona es un producto único que resulta de la mezcla o interacción entre su naturaleza, crianza, patrones heredados, bioquímica, destino genético e influencias ambientales. Lo que tiene un gran impacto en una persona puede no tener efecto en otra.

Cada persona requiere una mezcla de procesos terapéuticos que van desde la terapia grupal, terapia transgeneracional, terapia cognitivo conductual, terapia bioquímica. En la esfera de las mentes tenebrosas, la tenebrosidad es infinita. (O)