Los niños tienen temperamentos diferentes. Algunos se adaptan con facilidad. Otros necesitan tiempo para acostumbrarse a personas y situaciones. Otros se muestran desafiantes.

Los niños con temperamento llevadero responden al mundo con facilidad. Su estado de ánimo es positivo y sus emociones son de ligeras a moderadas. Se adaptan a una nueva escuela, una nueva persona. Cuando se encuentran con una situación frustrante, lo hacen con leve ansiedad.

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Otros niños son más tímidos, tienen cambios de ánimo, pero no siempre eso es negativo. Se adaptan lentamente a entornos desconocidos, dudan al hacer nuevos amigos, se retiran cuando encuentran mucha gente o circunstancias que los sobrepasan.

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Cuando se enfrentan a una nueva situación, pueden sentir ansiedad y tener síntomas físicos. Con el tiempo, sin embargo, se vuelven más aceptantes, a medida que se familiarizan.

En el caso de los niños desafiantes, tienden a reaccionar de manera negativa e intensa. Se niegan rotundamente. De bebés, tal vez hacían berrinches y eran difíciles de contentar. Pueden conservar esas explosiones hasta la edad escolar, así como testarudez. Adaptarse se les hace complicado, y por eso en una nueva escuela o un profesor o un sistema educativo diferente puede producir rechazo, a veces de larga duración. Para los padres puede ser difícil de llevar, especialmente la parte de las reuniones escolares.

De estos tres tipos de temperamento, los padres están más preocupados y a veces frustrados por el desafiante. Cuando tienen un niño con estos atributos, los madres y padres se sienten culpables, enojados o incapaces. Sin embargo, una vez que la familia reconoce que estas características son innatas del niño, y que no hay que culparlo ni culparse, pueden empezar una dinámica de moderación, de cambio de expectativas y de la manera de tratar al hijo o a la hija para que se desenvuelva mejor.

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Es importante distinguir un temperamento difícil de otros problemas. Por ejemplo, las enfermedades recurrentes o crónicas, así como el estrés físico o psicológico pueden causar cambios de conducta que no tienen nada que ver con el temperamento. Los padres también pueden interpretar el estilo natural que el niño tiene para relacionarse como ‘malo’ o ‘malcriado’. Sin embargo, hay que verlo así: el temperamento de alguien solo se ve como un problema cuando choca con las expectativas de otros, sean familiares, amigos o educadores.

Por ejemplo, si los padres son intensos y ambiciosos sobre el futuro de sus hijos, mientras que estos son despreocupados y relajados, puede haber sentimientos de decepción y enojo. El hijo, cuando es presionado para comportarse en maneras extrañas a su naturaleza y personalidad puede resistirse, a su manera.

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Lo que los padres pueden hacer para congeniar con el temperamento de los hijos

El problema está por resolverse cuando los padres primero reconocen y aceptan la realidad de que sus hijos tienen temperamentos diferentes a los propios. Una vez que se establece esto, también pueden dejar la tendencia de culparlos a ellos o a sí mismos.

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Usted necesita saber que no hay algo malo con su hijo, ni usted es un mal padre o formador. Piense en sus propias respuestas, ajuste sus expectativas a la persona a la que está criando. Busque estrategias que le permitan encajar mejor con el niño o niña. Al mismo tiempo, enséñele a hacer concesiones, adaptarse y expandir su rango de conductas y respuestas sociales. Debe ser mutuo, pero la iniciativa es de los padres.

El resultado será menor estrés y tensión para todos. Cuando piense en el temperamento como algo objetivo, en vez de reaccionar por emoción o instinto, usted y su niño se llevarán mejor. Si aplica esto desde antes de que su hijo vaya a la escuela, para cuando sea un estudiante, habrá adquirido habilidades para tratar con otros sin tener que cambiar su esencia. Su intensidad puede serle útil como entusiasmo, determinación y carisma en las cosas que le apasionan y en la relación con otros.

La intensidad de su hijo puede canalizarse para serle de mucha ventaja más adelante. Foto: Shutterstock

Y evite etiquetar a su hijo como malo o difícil. Tampoco deje que otros familiares lo hagan. Hable con la escuela si eso está ocurriendo allí. Cuide bien las palabras que se están usando para describir a su hijo, porque ellas pueden hacer que él se perciba como diferente, no deseado, no perteneciente.

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¿Cuál es la mejor manera de manejar a un temperamento desafiante?

A continuación hay algunas estrategias y soluciones generales para ayudarle a vivir con un hijo con rasgos de un temperamento difícil, según la Academia Americana de Pediatría.

¿Cómo involucrar a los niños en las decisiones familiares?

  1. Primero, reconozca cuánto del comportamiento de su hijo es un reflejo de su temperamento.
  2. Establezca un clima neutral o emocional objetivo en el cual puede tratar con su hijo. Intente no reaccionar de manera emocional e instintiva, lo cual es poco productivo.
  3. No tome el comportamiento de su hijo como afrenta personal. El temperamento es innato, y su hijo probablemente no intenta ser difícil o irritante a propósito. No lo culpe a él ni se culpe usted mismo.
  4. Intente darle prioridad a los asuntos y problemas que rodean a su hijo. Algunos son más importantes y merecen mayor atención. Otros no son tan relevantes y se pueden ignorar o colocar en al “final de su lista” de prioridades.
  5. Enfóquese en los asuntos del momento. No se proyecte al futuro.
  6. Revise las expectativas que tiene de su hijo, sus preferencias y sus valores. ¿Son realistas y apropiadas? Cuando su hijo hace algo correctamente, elógielo y refuerce los comportamientos específicos que le gustan.
  7. Tenga en cuenta su propio temperamento y comportamiento y la manera en que también pueden ser difíciles. Piense la manera en que podría necesitar adaptarse un poco para motivar una mejor relación con su hijo.
  8. Anticipe las situaciones inminentes de alto riesgo e intente minimizarlas. Acepte la posibilidad de que pueda ser un día o una circunstancia difícil y esté preparado para sacar lo mejor de este día o circunstancia.
  9. Encuentre una manera para relajarse y relajar a su hijo al programar un tiempo separados/distanciados.
  10. Busque ayuda profesional, cuando sea necesario, de parte de su pediatra u otro experto en comportamiento infantil. (I)