Sí, la única solución definitiva y real sería encontrar un nuevo empleo que permita a la familia respirar económicamente, pero ¿qué hacer cuando ese resultado se escapa de las manos? Además de arrancar con las iniciativas personales que pueda tener para generar dinero de manera práctica, también es importante lidiar con los sentimientos que puede despertar su nuevo estatus profesional.

De acuerdo con la psicóloga organizacional Sofía Carrillo Saldarreaga, es natural que la pérdida de un empleo sea percibido por algunas personas como una pérdida personal. “Podrían manifestarse las mismas sensaciones, sentimientos o emociones de haber perdido algo muy íntimo, esto puede llevar a que se genere frustración, ansiedad, angustia, depresión e inseguridad. Su alcance dependerá de la persona y de su manejo emocional como también del apoyo psicológico con el que cuente”, explica.

Para sobrellevarlo, dice la especialista, es vital que la persona tenga la posibilidad de poner de manifiesto la frustración a través de la palabra. “Será clave el acompañamiento familiar, social y psicológico, reconocer que no es el único que está viviendo este tipo de situación y que no se quede estancado en el camino, es decir, que contemple nuevos escenarios laborales que propone la época como lo son las redes sociales y lo concerniente a la era digital”.

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Estar desempleado y disponer del día entero nunca debería compararse a estar de vacaciones, pues en este caso se trata de una situación obligada por un tiempo indeterminado y no de una pausa voluntaria para recargar energías.

El doctor Peter Kanaris, coordinador de Educación Pública de la Asociación Psicológica de Nueva York, explicó en un reportaje de BBC Mundo que la depresión vinculada al desempleo puede presentar varios síntomas: carencia de energía, pérdida del apetito o por el contrario un apetito muy estimulado, desarrollo de conductas adictivas (alcohol, drogas, juegos de azar), alteraciones del sueño, entre otros. Todo esto, explica la nota, debido a que una desvinculación laboral también significa para algunos otro tipo de pérdidas: ascendencia social, identidad social e independencia.

Entonces, ¿qué hacer con ese tiempo para no agravar su situación? Carrillo, quien también es magíster en Gestión del Talento Humano, ofrece algunas sugerencias, entre ellas, aceptar que el cambio es inminente: “Si el contexto cambia, uno también debe de hacerlo desde la reinvención y para eso es necesario tener en cuenta la trayectoria laboral, los vínculos generados, así como también contemplar si su formación ha sido constante y si se alinea con lo que demanda el actual mercado laboral. Le resultará muy valioso tener en cuenta aquellas acciones y comportamientos que posibilitan esa adaptación al cambio”.

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Por supuesto, también es posible que alguien necesite ayuda profesional para alejar los sentimientos e ideas pesimistas, antes de ponerse nuevamente en pie.

Cultivar una nueva actitud sumará a sus nuevos proyectos. “Dependerá de las aspiraciones de cada candidato, contar con la predisposición y actitud de emprender retos que lo saquen de la zona de confort, cultivar la confianza en sí mismo, lo que implica manifestar sus competencias y estar dispuestos a hacer carrera en la organización”.

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Cómo aprovechar sus fracasos profesionales

Aunque la mayoría de la gente prefiere procesar el fracaso por su cuenta y pasar a otra cosa lo más pronto posible por miedo a hacer una escena o parecer poco profesional, darse tiempo para reflexionar y hablar sobre los resultados indeseados puede ayudar considerablemente a crear lugares de trabajo más agradables, de confianza y, además, productivos.

Sin embargo, de acuerdo con un artículo publicado por The New York Times, primero hay que hablar de lo que sucedió. Por ejemplo, sobre el fracaso en la exposición o ejecución de algún nuevo proyecto.

Puede ser estresante iniciar una conversación sobre lo que ocurrió con sus compañeros de trabajo o su jefe, en especial si se encuentra en las primeras etapas de su carrera. Puede resultar tentador esconderse detrás de la seguridad de alguna herramienta de comunicación grupal como Slack o el correo electrónico, pero hablar directamente sobre el fracaso puede ser particularmente efectivo para construir relaciones más fuertes entre los colegas.

La capacidad de transmitir el tono, el lenguaje corporal y otras reacciones no lingüísticas suele tener un efecto positivo y humanizador en estas conversaciones; todo eso se pierde en los correos electrónicos, explicó Bradley Staats, profesor adjunto de la Escuela de Negocios Kenan Flagler de la Universidad de Carolina del Norte.

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