El primer año de la vida del bebé tiene muchos hitos, y dormir toda la noche es uno de los más esperados por los padres. Hasta entonces, la familia tiene que ir ajustándose a la cambiante rutina de sueño del bebé.

¿Exactamente cuán cambiante? Sleep Foundation señala que la cantidad de horas y los periodos de sueño durante el día y la noche se irán moviendo entre los 0 y los 3 meses (pasarán de 14 a 17 horas dormidos, con numerosas interrupciones), los 3 a 6 meses (necesitarán de 12 a 15 horas, en bloques de sueño más extensos) y al terminar esta etapa es cuando la mayoría empieza a dormir de largo durante la noche.

Desde los 6 hasta los 12 meses, los bebés tomarán su sueño por las noches, pero —y esto es importante— se podrán producir las temidas regresiones, en las que volverán a despertarse en las horas de oscuridad, a causa de la dentición, estirones o enfermedades.

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Un mensaje liberador para las nuevas madres

Carolina Gaibor, madre de dos bebés, se convirtió en asesora de sueño infantil después de tener al segundo niño. “En algún punto de esos meses, el cansancio se hizo muy grande e impactó mucho mi día; estaba irritable, tenía poca paciencia, menos concentración y una niña mayor a la que también había que ponerle atención”.

Señales de que el bebé está listo para dormir: se frota los ojos, bosteza, aparta la mirada, se agita. Foto: Shutterstock

Decidió, con su pareja, tomar un programa que incluía un taller de sueño. “Mi bebé fue uno de los que más rápido tomaron el ritmo, y el cambio fue increíble; empiezas a notar cuán importante es el descanso en tu día. Y dije: ‘Esto es para mí; quiero ayudar a las mamás que están pasando por lo mismo’”.

Gaibor adquiró así el concepto de ligereza en la maternidad, al certificarse en The Craddle Coach Academy, donde se brinda educación continua para la higiene del sueño familiar, tanto para núcleos tradicionales como para familias que adoptan o que alojan temporalmente a un pequeño.

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Ligereza en tu maternidad quiere decir que no tiene que ser un sacrificio ser mamá; ¡eso es tan liberador! Yo tenía esta idea impuesta de que todo es sacrificado en la maternidad: el sueño, la lactancia, la comida complementaria, los berrinches, porque nos han dicho que así es”, sentencia Gaibor. “Hoy tenemos tantos profesionales que ayudan a que todas las etapas sean llevaderas, y el sueño es una de las claves”.

La higiene del sueño no significa entrenar al niño para que duerma de acuerdo a nuestros deseos. Es importante que mamá y papá conozcan los rasgos generales de un buen sueño. No todas las familias pueden permitirse un ambiente ideal; unas mamás deberán reintegrarse pronto al trabajo; otras tendrán que llevar a su bebé con ellas, y no tendrán la comodidad de un espacio oscuro para ponerlo a dormir. “Sí, el bebé puede acoplarse a las dinámicas de la familia, pero siempre tomando en cuenta cuáles son sus necesidades”.

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Al final de cuentas, dice Gaibor, si el bebé descansa bien, los padres también. “Dependen unos de otros”. Y los padres se necesitan entre sí. “Pensamos que solo mamá va a atender al bebé, darle de comer, cambiar el pañal. Sin embargo, tenemos alrededor a nuestra tribu, y es importante que mamá se deje apoyar, principalmente por la pareja”.

El cuidado compartido tampoco puede llegar por imposición, sino a través de un acuerdo de responsabilidades. “Si bien en cierto que solo mamá puede amamantar, papá puede estar pendiente de que ella esté cómoda, tomar al bebé una vez que se quede dormido y llevarlo a la cuna. Siempre se puede estar”.

Ayude a su bebé a dormir bien

El Hospital de Niños de Stanford es partidario de crear una rutina a la hora de dormir, que involucre abrazos o lactancia, pero tiene una recomendación: no deje que el bebé se quede dormido en los brazos. Esto podría convertirse para él en un patrón, y empezará a esperar que lo abracen para poder dormir. Luego, cuando se despierte de repente, no podrá volver a conciliar el sueño por sí solo.

En cambio, los bebés que pueden arrullarse y volver a dormir son más seguros y pueden manejar mejor los momentos de separación, especialmente durante la noche.

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  • Reserve los abrazos y arrullos para el día.
  • Permita tiempo para las siestas según la edad de su bebé.
  • No lo estimule o lo agite cerca de la hora de dormir.
  • Cree una rutina de sueño, como baño, libro y mecedora.
  • Ponga música suave cuando lo vea adormilado.
  • Los objetos transicionales para llevar a la cama (manta, peluche) están bien solo a partir de que el niño haya desarrollado la capacidad de darse la vuelta y sentarse.
  • Arrópelo cuando esté adormecido, no espere a que se duerma.
  • Consuele a su bebé que se despierta en la noche con palabras y palmaditas. No lo levante de la cama.

La regresión de los cuatro meses

Alrededor de los cuatro meses ocurre una regresión en el patrón del sueño. Ya dormía mejor, despertando una o dos veces en la noche, y de pronto empieza a inquietarse más seguido, desequilibrando la rutina de todos.

Foto: Shutterstock

Gaibor dice que este es un indicador de que los bebés están creciendo y sus ciclos de sueño están cambiando. Necesitan menos horas, así que las siestas en el día deben disminuir y ser cada vez menos largas, hasta dejarlas totalmente, alrededor de los tres años. “Si la siesta está afectando la hora de dormir, hay que reducirla o retirarla”.

Las primeras seis u ocho semanas serán de constante adaptación, y mamá tendrá que darse permiso para dormir cuando el bebé duerme; después de ese tiempo, debería poder estar más tranquila. “Lo otro, para que la carga no sea tan grande, es recurrir a personas del círculo familiar que estén con el bebé mientras la mamá descansa, toma un baño o come. Esos son lujos en el posparto, y hay que aprovecharlos”. Y, en lo posible, no usar la oportunidad para asumir más tareas del hogar. (F)