Galápagos, un tesoro natural, patrimonio de la humanidad y una de la zonas de más alta biodiversidad del planeta, lucha contra diminutos y peligrosos invasores: los microplásticos, partículas casi imperceptible al ojo humano que llegaron para quedarse, ante la dificultad de sacarlos.

A primera vista, la playa de Tortuga Bay, en la isla Santa Cruz, regala al visitante una de las más paradisíacas postales capaces de inspirar cuentos encantados: arena blanca y suave como la harina, bañada por aguas del Océano Pacífico, que danzan en pequeñas olas para acariciar la playa con una suave estela de espuma blanca.

Pero entre esa blanquecina arena se esconden minúsculas partículas de plásticos llegadas de tierras muy lejanas, que invaden zonas del archipiélago, declarado en 1978 como el Patrimonio Natural de la Humanidad, por la Unesco.

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Tamizar la arena

“Es una sorpresa total que, en el lugar que quizá es el más protegido del mundo, con una población que ocupa solo el 0,2 % de la zona terrestre y marítima protegida de los Galápagos, sea suficiente tamizar la arena de playa para encontrar un montón de microplástico que, obviamente, no vienen de las Galápagos”.

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Así reaccionó el embajador de la Unión Europea, Charles-Michel Geurts, tras depurar un poco de arena en la playa, acompañado por diplomáticos europeos, que participaron el viernes en Galápagos en la jornada de limpieza “EU Beach Cleanup”.

Se trata de una campaña organizada anualmente por la Unión Europea para llamar a la adopción de medidas dirigidas para proteger los océanos a escala internacional.

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Ni un minuto le tomó al diplomático constatar la triste realidad: al mover un tamizador sobre el que ponía puñados de arena, quedaron sobre la malla partículas de cinco milímetros o menos de cuerdas, pedazos de botellas, fibras de equipos de pesca...

Son pequeños “enemigos que hacen un daño gigante”, que llegan incluso a los hogares pues entran en la cadena alimenticia de la fauna marítima, que luego ingieren los humanos, dijo a Efe.

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Los expertos identificaron “siete especies de peces de consumo humano con microplásticos en su tracto digestivo”, comentó a Efe Jenifer Suárez, de la dirección de Ecosistemas del Parque Nacional Galápagos.

Tan maravillado por la belleza de la playa como “impactado” por haber recogido “cientos” de microplásticos en pocos minutos “en una de las zonas más prístinas del mundo”, el ministro ecuatoriano de Ambiente, Gustavo Manrique, sostuvo que “el 80 % de la basura” que recogen en Galápagos “pertenece a otros países”.

Y ahora -dijo a Efe- “tenemos problemas locales que solo con responsabilidades globales los podemos combatir”.

Limpieza muy complicada

La limpieza del microplástico mediante el tamizaje de la arena es una tarea laboriosa y empeora si la playa es rocosa.

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“Si quieres usar un succionador, corres el riesgo de llevarte también a la fauna de invertebrados que viven en los alrededores. Es muy complicado”, explicó Suárez.

Y la cadena de problemas continúa pues han encontrado microplásticos en erizos, lo que quiere decir que esas partículas también invaden el fondo del mar, donde se alimenta esa especie.

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“La mayoría de playas alrededor de Galápagos cuentan con microplástico. Se han identificado 36 especies endémicas, nativas que se verían afectadas por el plástico”, dijo al enumerar entre ellas a los lobos e iguanas marinas, tortugas y cormoranes.

Recordó cuando veía nidos de cormoranes hechos con algas, pero hace tres años encontró uno “hecho de pura basura y sus huevos sobre ese plástico. Fue súper triste”.

Por ello, el Parque Nacional Galápagos, junto con aliados locales e internacionales, avanza en campañas para tratar de sacar la basura que se acumula en las playas y evitar así que se convierta en microplástico.

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“He participado en limpiezas costeras y, a veces, hemos ido a lugares que no son habitados y aún así hemos encontrado mucha basura, y eso me impacta bastante”, comentó a Efe la integrante del Club de Ciencias “Tibuembajadores” Jaly Angulo que, a sus 17 años, alza su voz por la creación de una cultura de conservación.

Y razón no le falta pues “la gente todavía no tiene conocimiento de la gran problemática que representan los microplásticos”, se lamentó María del Carmen Vizcaíno, de la Fundación Charles Darwin, en medio de la paradisíaca playa, donde los turistas caminaban alegres sin sospechar que bajo sus pies había mucho más que una suave y blanca arena. (I)