Dentro de una especie de mosquitero volaban cientos de moscas de la especie Hermetia illucens, más conocida como soldado negro. Debajo hay un compartimiento para que estos insectos depositen sus huevos. Luego se espera que emerjan las larvas para empezar el proceso de engorde con desechos de la agroindustria como la cáscara de la papa, banano, maracuyá. Se hace una pasta con estos residuos y se la ubica encima de las larvas para que ellas se la coman. Las larvas aumentan hasta en un 300 % su peso. Una vez que llegan a la medida adecuada son llevadas a un horno y luego se las pulveriza en un molino para obtener harina.

Este es el proceso que realiza la empresa Bioconversión para obtener proteína de insecto. Su planta, la primera en su tipo en toda Latinoamérica, fue inaugurada oficialmente el pasado jueves y está ubicada en el campus de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Esta compañía es el primer operador de la Zona Especial de Desarrollo Económico (ZEDE) de la Espol.

La producción de esta harina de mosca promueve la economía circular en Ecuador, dice Mauricio Laniado, uno de los inversionistas de Bioconversión. Mientras en una hectárea de tierra se pueden cultivar hasta 1.500 libras de proteína de soya, en el mismo espacio se pueden producir hasta dos millones de libras de proteína de este insecto. Con esto se reducirían el impacto de la deforestación y las emisiones de CO2 en el país.

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Laniado aclara que este tipo de mosca no es la común que podemos encontrar en las casas: “De adulta no come, no tiene boca, es muy dócil, no se para en materia orgánica, no transmite enfermedades. Solo absorben humedad. Ellas solo viven para reproducirse y poner sus huevos”.

Dentro de una especie de mosquitero se mantienen las moscas Hermetia illucens. Este insecto es muy diferente a la mosca común que podemos en encontrar en casa. Foto: Ronald Cedeño

Es que la Hermetia illucens ha sido aprobada para su consumo tanto en animales como en personas adultas en continentes como el europeo. Además, resalta Laniado, la harina de esta mosca tiene un alto valor nutricional: 45 % de proteína y 26 % de grasa. Un kilo de estas larvas puede ingerir hasta 20 toneladas de residuos orgánicos agrícolas en diez días.

Con el excremento del insecto y los residuos de la materia orgánica también se elabora abono rico en nitrógeno, fósforo y potasio, y es ideal para, por ejemplo, mejorar los suelos de plantaciones de banano, dice Enrique García, gerente de producción de la compañía: “El 95 % de las larvas que procesamos se hace harina y el 5 % se deja que crezca, que se haga pupa para que emerja el adulto. Este insecto está presente en todo el mundo”.

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Mauricio Laniado: ‘En los próximos 10 años la harina de insecto puede ser una industria que genere hasta $ 160 millones al año’

La harina sirve para la elaboración de alimentos para cualquier animal, incluyendo mascotas (perros o gatos), ganado, peces, cerdos o aves. Incluso protege el sistema digestivo de los animales. En tanto, para alimentar a especies como el camarón, que lidera las exportaciones no petroleras del país, a la harina solo hay que extraerle el porcentaje de grasa. A su vez esa grasa se puede convertir en aceite, que es igual de rico en omega 3 como el de pescado.

La harina producida a base de este insecto tiene un olor parecido al chocolate. Foto: Ronald Cedeño

Todo esto también ayuda a reducir las emisiones de CO2 en esas industrias. Otro de los componentes ambientales que tiene este producto es que reduciría la sobrepesca, dice Laniado: “El 30 % de la pesca se usa para producir harina de pescado para alimentación animal. Este 30 %, con el uso de harina de insecto, no debería pescarse”. Un dato peculiar es que la harina de mosca tiene un olor parecido al del chocolate.

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Para Sergio Flores, presidente de ZEDE, la apertura de esta planta a su vez abre una nueva industria en el país que está basada en la innovación. “También hay un concepto de economía circular y esto está relacionado con la quíntuple hélice, que es la relación entre la academia, industria, gobierno, sociedad civil y desarrollo sustentable para cumplir los objetivos de los que nos hablan las Naciones Unidas”.

Con el excremento del insecto y los residuos de la materia orgánica también se elabora abono rico en nitrógeno, fósforo y potasio. Foto: Ronald Cedeño

Si bien el costo de la harina de mosca es más alto, el valor agregado que tiene al cuidar el ambiente la diferencia, coinciden Laniado y García. Indican que los empresarios locales deben apostar más por este tipo de iniciativas, ya que la idea es cuidar al planeta.

La Espol apoyará a Bioconversión en el componente científico y explorar qué otros productos pueden obtenerse a través de la harina de mosca. La empresa producirá cerca de 1.200 toneladas métricas de proteína de este insecto y 5.000 de abono por año. (I)