El cantar de las viviñas, los periquitos del Pacífico o las cotorras celestiales (Forpus coelestis) como se conoce a esta especie que vive en bandada se mezcla con el de un sinnúmero de aves que revolotean en las copas de los árboles del Bosque Seco Tropical Samanes I, un remanente de 1,8 hectáreas que sobrevive en medio de las casas de esta ciudadela, en el norte de Guayaquil.

Son las cuatro de la tarde del martes 5 de julio. El cielo nublado y un ambiente menos caluroso hace que los pájaros estén más activos con un intenso trinar, lo que solo suele escucharse al amanecer o más cerca del atardecer.

El lugar es un Área de Conservación y de Uso Sustentable, declarado por la Municipalidad de Guayaquil el 7 de julio de 2021, justamente hace un año, del que sobresalen ceibos que tienen más de 150 años de edad y que se levantan sobre una colina cuyo verdor se ve monumental desde las calles en las partes bajas de Samanes.

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La declaratoria llegó tras el clamor de los vecinos, quienes se esforzaban por conservar esta mancha de bosque seco rodeada del cemento de la ciudad.

El sitio tenía varios accesos y salidas y era atravesado por los motociclistas que ingresaban para ahorrar camino, por personas que fumaban en medio del follaje o era utilizado incluso para rituales satánicos, según las denuncias presentadas a la Municipalidad de Guayaquil.

Jesús Paredes paseaba con su perro que sostenía con una correa y en sus manos llevaba una bolsa de plástico en la que recogía las heces de su mascota, como una muestra del compromiso que tienen los vecinos en pro de la conservación.

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“Es un lugar muy recreativo. La gente llega más con sus perros a pasear. Algunos creen que las heces del perro son abono para la tierra, pero tiene que ser trabajado, entonces por eso traigo mi funda para recoger”, afirma el joven, quien ha vivido en las inmediaciones de esta área protegida municipal 15 años de los 22 que tiene.

En Guayaquil declaran como área protegida al bosque seco de Samanes 1

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Él ve un cambio tras la declaratoria. “No había luz (alumbrado) y se juntaban los fumadores, ahora suele pasar la policía y se dan la vuelta”, afirma con el trinar de las aves de fondo.

Algunos de los accesos al remanente ya solo son de uso residencial, lo que impide el ingreso de personas foráneas, sobre todo por las noches y madrugadas.

Ahora hay un solo acceso público, que si bien está abierto es controlado, ya que por el mismo punto se sale y hay guardias (policías metropolitanos ambientales) que patrullan desde diciembre pasado.

En sus paseos taciturnos Jesús cuenta que ha visto iguanas, ardillas, zorros, búhos y una variedad de aves. Son 21 especies vegetales, 9 de estas en la lista roja de conservación; 29 de aves y 3 tipos de reptiles los identificados en esta área cedida al Municipio (ACM), indica María Fernanda Rumbea, directora de Ambiente del Cabildo de Guayaquil.

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“Este es un esfuerzo mancomunado que surge de una comunidad comprometida. Los habitantes aledaños a este bosque son personas que realmente tienen amor por la naturaleza y lo demuestran día a día. El éxito es que trabajamos de la mano el Municipio con la comunidad porque cuando los esfuerzos son aislados los resultados no son los mismos”.

En Guayaquil solo queda el 2 % del bosque seco que originalmente había en la ciudad, añade. Este 7 de julio del 2022 se cumple un año de la protección de Samanes I, uno de los remanentes que quedan.

La funcionaria recuerda que ingresó por primera vez justo un mes antes de hacer la declaratoria por denuncias de que se hacían rituales satánicos. A llegar se topó con el imponente ceibo que parece erigirse del centro de la mancha boscosa y que sobrecoge al que lo observa.

Los que trataban de dañar eran los que consumían drogas, había rituales de brujería junto a los ceibos, las motos cruzaban por el bosque para cortar camino”.

Pero también están los que se apropian del lugar de forma positiva. “Tengo comunicación directa con muchos de los moradores y son los primeros en denunciar y en cuidar, como Norka o el señor Arboleda. Hay uno que riega los árboles desde hace quince años a las cinco de la mañana todos los días”, indica Rumbea.

El área bajo conservación es importante, ya que es huésped de especies de aves amenazadas, dice Julián Pérez, director de la Fundación para la Investigación y Conservación Japu, como el perico caretirrojo (Psittacara erythrogenys), también conocido como la aratinga de Guayaquil, y el cachetigris (Brotogeris pyrrhoptera).

El perico caretirrojo o conocida también como la aratinga de Guayaquil es una especie endémica del bosque seco. Foto: TOMADA DE bioweb.bio DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

La primera especie está en la categoría de ‘casi amenazada’ en la Lista Roja de Aves del Ecuador y la segunda en la de ‘vulnerable’. Ambas son endémicas del bosque seco, un ecosistema que comparten Ecuador y Perú.

“Lo que más llama la atención dentro de lo que existe en biodiversidad es la presencia de estas dos especies que tienen importancia porque están en una categoría de amenaza de peligro de extinción. Estas dos aves son primordiales para el bosque seco porque son endémicas, son dispersoras de semillas y utilizan esta zona como un sitio de paso, entonces el Bosque Seco Tropical Samanes I representa una área de conectividad con otros ecosistemas”, asegura Pérez.

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Detrás de este modelo de conservación pueden estar pocas personas, añade el especialista, pero el esfuerzo deja sus frutos positivos por la unión del trabajo de ellos, de la sociedad civil con los gobiernos autónomos descentralizados. “Con una labor conjunta se puede lograr mucho más y tener un cambio verdadero”.

Al ser un punto que está en medio de la masa urbana y que resalta sobre los techos de las casas de dos pisos que la rodean, es un sitio de paso, descanso y de alimentación de pájaros. Una especie de isla en medio del cemento.

“Incluso me atrevo a decir que algunos de esos ceibos son dormidero de una de estas dos aves que he mencionado y que están en una categoría de peligro”.

De hecho, refiere Pérez, las flores de los ceibos son uno de los alimentos más apetecidos por estas especies. “Y ahora deben estar en floración o ya en fruto”.

Jesús Paredes pasea con su mascota en el Bosque Seco Tropical Samanes I. Foto: El Universo

Los ceibos, sobre todo uno que parece cubrir como un paraguas con sus ramas, son los que albergaban a las viviñas que se mimetizaban en los troncos y de los que caían frutos picoteados que cubrían parte del único sendero por donde transitan los visitantes.

“Estas (las viviñas) también son endémicas del bosque seco tropical, pero son más generalistas al momento de alimentarse y anidar y esto hace que se reproduzcan un poco más y sean más abundantes. Mientras tanto, el perico caretirrojo y el cachetigris son más específicos en sus preferencias, por eso tienen menos población”, asegura Pérez.

El perico cachetigris (Brotogeris pyrrhoptera) es huésped del Bosque Seco Tropical Samanes I. Foto: TOMADA DE bioweb.bio DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

Las dos últimas comen flores y frutos de árboles del bosque, mientras que las viviñas al no haber estos árboles descienden a nivel del suelo y se alimentan de semillas.

Eso hace que las aratingas y los pericos cachetigris necesiten que exista una mayor cobertura arbórea, mientras que las viviñas no y la pasan mejor, por así decirlo, ya que tienen más posibilidades de encontrar alimento”, indica.

De ahí la importancia de identificar todos los árboles que hay en la ciudad de Guayaquil para protegerlos, sobre todo los que son nativos, agrega Pérez. “El objetivo debe ser tratar de crear un corredor ecológico para que los diferentes cerros de la urbe, los puntos calientes de biodiversidad estén conectados entre sí”.

Las viviñas son parte de las especies de aves que hay en el Bosque Seco Tropical Samanes I, un área protegida municipal que está en medio de la ciudad. Foto: TOMADA DE bioweb.bio DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

Rumbea afirma que en el lugar se hacen charlas, mingas, además de dos procesos de siembra de árboles nativos durante el último año. “Y desde diciembre del 2021 se creó la división de los policías metropolitanos ambientales que hacen guardia también en Bosqueira y Cerro Paraíso, que son las áreas protegidas municipales. Tenemos diez que los enviemos en rondas de dos o tres”.

¿Cuándo visitarlo?

Hay diez policías metropolitanos ambientales que hacen rondas por las áreas protegidas municipales. Foto: El Universo

El horario de ingreso al Bosque Seco Tropical Samanes I recomendado por la autoridad municipal es de 08:00 a 20:00, aunque uno de los accesos es público por lo que se puede ingresar incluso fuera de ese horario.

El lugar ha sido reforestado con dos procesos de siembra durante el último año. En el punto crecen especies nativas de guayacán, fernán sánchez, laurel, roble, colorado y cascol.

Los árboles nativos son más resistentes a las plagas y al clima de la ciudad porque son característicos de la zona, manifiesta Rumbea, igualmente tienen una mayor capacidad de absorber dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero que provoca el calentamiento global. (I)