Probablemente, mientras lea este artículo, tendrá puesta una mascarilla que desechará en pocos días. Está hecha de plástico, uno de los materiales que sirven para muchos propósitos pero que también es uno de los más contaminantes, debido a su procesamiento y desecho.

Si la situación era insostenible antes de la pandemia, con la llegada de la COVID se agudizó, porque pese a que el uso de las mascarillas y otros elementos quirúrgicos es necesario para evitar el contagio de la enfermedad, el aumento en el uso de este material ha profundizado la crisis ambiental.

“La contaminación plástica afecta de manera desproporcionada a personas, grupos y pueblos en situaciones vulnerables, pone en riesgo sus derechos básicos, salud y bienestar, y planteará obstáculos sustanciales para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, advirtió el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que hizo un estudio con la oenegé Azul.

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Ahí se advierte que esta ola de contaminación afecta a todos quienes habitamos el planeta, pero sobre todo a los más vulnerables, a quienes viven en zonas marginales o comunidades que viven o trabajan cerca de zonas donde se produce o desecha plástico.

“Los problemas se han acentuado aún más por los precios del petróleo históricamente bajos, que hicieron que las resinas vírgenes para fabricar plástico fueran más baratas que las recicladas”, se recordó en una publicación en la página web de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Productos como mascarillas y protectores faciales, guantes, botellas de desinfectante para manos, trajes médicos protectores, kits de prueba, recipientes para llevar comida, empaques de entrega y muchos otros productos se han vuelto de uso masivo y común en todo el planeta debido a la pandemia.

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Solo entre 2019 y 2020 las ventas de mascarillas desechables podrían haber subido 200 veces, según las estimaciones. Y se prevé que menos del 10% del plástico usado en esta pandemia será reciclado, el resto terminará en vertederos o será lanzado al medioambiente.

“De 1950 a 2015 se produjeron 8.300 millones de toneladas métricas de nuevos plásticos, y si estas tendencias continúan, para 2025 habrá suficiente plástico para cubrir cada metro de costa en todo el mundo con 100 bolsas”, advierte la ONU.

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El plástico generalmente no es biodegradable, es decir, no se descompone como los desechos orgánicos, por ejemplo, cáscaras de frutas. Además, emite plastificantes, gas y líquido contaminado, microplásticos y otras toxinas. Eso sin tomar en cuenta la quema de basura, que genera emisiones de dióxido de carbono (CO₂).

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El estudio encontró algunos otros impactos que genera el plástico en nuestra salud y la del planeta:

  • Degrada el ecosistema por fugas en el medio marino.
  • Emite combustibles fósiles.
  • Afecta la salud de quienes consumen mariscos con micro y nanoplásticos.
  • Se deforestan zonas y se desplazan pueblos indígenas para la explotación petrolera y la contaminación del agua con el fin de fabricar más plástico, entre otras tareas.
  • Las fábricas son sinónimo de más tránsito de camiones y otros vehículos contaminantes.
  • Se venden productos a costos muy bajos, haciendo creer a las personas que están ahorrando, pero en realidad se dañan rápido y eso genera más desechos.
  • Incluso si el plástico fuera correctamente desechado, es probable que termine en el océano.
  • La quema de plástico y otros desechos, con la idea errónea de generar electricidad o calor, contribuye al cambio climático.
  • El estudio determinó que las mujeres son las más afectadas, porque participan en la recolección de residuos. Se encontró toxinas en su orina, en las toallas sanitarias que usan e incluso en placentas humanas.

Entre las recomendaciones del estudio están que se aumente el control de los desechos plásticos, se prohíban los plásticos de un solo uso y se fomente la reutilización y el reciclaje.

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“El informe revela también cómo los residuos plásticos están socavando el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el primero, sobre la erradicación de la pobreza; el número dos, sobre el hambre cero; el catorce, sobre la protección de los ecosistemas marinos; y el 16, sobre el acceso a la justicia para todos y la construcción efectiva, responsable e instituciones inclusivas a todos los niveles”, se añadió en la publicación. (I)

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