Por Gustavo Costa von Buchwald

A raíz de la reciente exposición, en el MAAC en Guayaquil y en el Museo Nacional del Ecuador, en Quito, de la artista plástica Olga Dueñas sobre su arte cinético, tuve el gusto de visitarla en su residencia en Tamarac (Florida, Estados Unidos).

Un bello encuentro, con preocupación por su edad lo cual no merma su extraordinaria lucidez y trabajo artístico diario.

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El arte cinético es una tendencia de arte moderno en la plástica y la escultura que busca inducir al espectador la sensación de movimiento; surgió en París en los años 50 y tuvo su apogeo desde la mitad de los años 60 hasta mediados de los años 70.

La expresión arte cinético es adoptada hacia 1954 para designar las obras de arte puestas en movimiento por el viento o por un mecanismo motorizado. Los artistas utilizan diversas técnicas para lograr este efecto de movimiento: como el uso de luces y sombras, los contrastes de colores, el tamaño y proporción de objetos o incluso la incorporación de artefactos mecánicos.

Araceli Gilbert junto a su amiga, la artista Olga Dueñas (Quito, 1955). Foto: cortesía Olga Dueñas.

El nombre “cinético” tiene su origen en la rama de la mecánica que investiga la relación que existe entre los cuerpos y las fuerzas que sobre ellos actúan. En este arte no existen aspectos emocionales, solo visuales.

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Como todo artista plástico, ella tuvo su época figurativa, constructivista y finalmente lo suyo, la geometría abstracta. Para ella, hay diferencias entre el arte pop-art, arte óptico –op-art y cinético. “El arte pop-art es figurativo. El op-art es un estímulo o ilusión retinal que se repite. El arte cinético son juegos de líneas compatibles entre sí que forman un núcleo. El uso de diversas técnicas que produce movimiento, contraste de colores y tamaños. También hay un estímulo retinal en el arte cinético”.

Referentes en esta rama del arte son Víctor Vasarely, Jean Tinguely, Yaacov Agam, Alexander Calder, Marcel Duchamp, Jesús Soto y Carmen Herrera.

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Sobré cómo Olga Dueñas concibe su arte, nos dice: “Mi arte no es cinética pura. Lo singular del cinetismo, como se ha concebido, es que se establece un patrón, una repetición que puede prolongarse eternamente si es que la obra o el lienzo lo permite. La forma al desplazarse causa movimiento. En mi arte cinético no hay simetrías y repeticiones de formas; hay movimiento, a través de un constructivismo propio, donde en una caja, si se puede decir así, hay dos juegos de líneas, que son compatibles entre sí a diferentes niveles y que deben conversar entre ellas. Una fluye en la otra y crea una armonía y unión”.

Exposición ‘Retrospectiva’ de la artista Olga Dueñas, en el MAAC. Imagen: Cortesía.

Vivió, desde pequeña, en un ambiente cultural porque sus padres eran músicos; ella toca el piano hasta nuestros días, en sus tiempos de adolescencia le gustaba pintar debajo de este instrumento musical. Dejó el piano, y floreció una búsqueda interior que desembocó en el dibujo y la pintura.

Olga resalta: “La disciplina y mensaje de la música se reflejan en mi obra, como elemento de comunicación continua, y de interrelación en el arte para experimentar el fenómeno de los colores”.

Sus estudios académicos, en 1946, fueron en el Ozenfant Art School. Atendió una conferencia de Amédée Ozenfant (1886-1966), padre del purismo y quedó impresionada por su personalidad extrovertida y no mezquina de sus conocimientos; al mismo tiempo no tolerante de lo ambiguo o sin sentido de proporción y relación al sitio del mundo donde se hacía la obra. Pudo ver algunas de sus obras pintadas de forma transparente. Ozenfant marcó su destino y decidió estudiar arte.

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Había en esa época el pensamiento de que lo femenino era débil, pero ella asumió el reto.

Gustavo Costa junto con Olga Dueñas en casa de la artista en la Florida (Estados Unidos). Foto: Gustavo Costa.

En la escuela en NYC, conoció a una compañera de Ecuador, Araceli Gilbert, cuya amistad personal y profesional duraría el resto de sus vidas. Araceli Gilbert la invitó a visitar Ecuador; y después de la graduación, en 1946, vino a Guayaquil. Le causó mucha sorpresa nuestro país por sus diferentes zonas geográficas, algo no conocido para ella en su ciudad natal, Cleveland. Años después conoció a Luis Dueñas Estrada, su futuro esposo, amigo de Rolf Blomberg y Araceli Gilbert.

Su mensaje para la prosperidad de su obra y la humanidad. “Al arte: armonía, sensibilidad, equilibrio, significado y encontrar el sentido estético. A la humanidad: aprovechar la sencillez de la vida y siempre buscar la belleza en todo”, destaca la artista.

Quiero agradecer a su hijo Javier Dueñas y a su esposa, María C. Baquerizo de Dueñas, por haber hecho posible este artículo. (O)