Su sueño de convertirse en una destacada bailarina arrancó a los 3 años de edad cuando comenzó a practicar ballet por iniciativa de sus padres, aunque muy pronto lo transformó en una meta propia y decidió cumplirla al 100 %, motivada por el sueño de vivir a plenitud su pasión por esta disciplina artística. Tras casi dos décadas de abrirse camino en el mundo de la danza a nivel internacional, las raíces familiares de Ana Karina Ron Valverde la motivaron a regresar a su país natal, donde hoy espera transmitir su experiencia y conocimientos a nuevas bailarinas a través de su academia, Forçak, inaugurada en julio del 2021, a la que califica como una ‘clínica’ de ballet.

¿Por qué esa denominación?

En un hospital, cada médico le da a cada paciente el medicamento que necesita, por así decirlo. Aquí, quiero aplicar lo mismo: darle a cada bailarina el entrenamiento que necesita y hacerlo en grupos pequeños.

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¿Cómo es tu trabajo con las alumnas del programa trainee, las más grandes?

Trato siempre de sacar lo mejor de ellas porque para mí lo más importante es la versatilidad de cada una. No me sirve de nada tener muchos ‘robots’, que no está mal, cada academia lo hace a su gusto, pero lo normal es que quieran que todas sean iguales físicamente o que todas se vean de la misma manera y que todas bailen exactamente igual y es muy difícil, no porque no se pueda hacer, pero estás quitando la creatividad a cada alumna, su personalidad y su carácter dentro del baile, su expresión propia. Entonces para mí es superimportante dejar eso claro. Sí, tienen que bailar coordinadas, pero también tiene que verse que cada una es distinta, porque eso las diferencia en su expresión ante el público y entonces así se ve mucho más virtuoso y rico.

¿Desde qué edad recibes aspirantes y qué buscas en ellas?

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Solo necesito niñas que sepan trabajar, tengan la actitud y la disciplina porque eso las llevará al siguiente nivel, no tanto la parte física, algo que yo misma pasé. De mi propia experiencia pienso que no se necesita nacer con una flexibilidad asombrosa, sino trabajar con disciplina para conseguirla. Obviamente, aquí se lo inculcamos desde pequeñas, pero dependerá de cada una qué tan serio se lo tome, quizás no quiera ser una profesional, pero mientras practique esta disciplina debe hacerlo al 100 %. Yo las recibo desde los 4 años porque es una edad en que la niña ya tiene la capacidad de entenderme muy bien.

¿Qué fue lo más difícil para ti al iniciar en el mundo de la danza?

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Cuando tenía entre 13 y 14 años audicioné para una competencia internacional, junto con el resto de mis compañeras y no me escogieron. Y eso creo que fue lo más duro de cuando recién empecé porque coincidió con el momento en que decidí ponerme las zapatillas para hacer esto en serio y escogieron a todas, menos a mí, y eso sí me impactó. Fue un bajón en mi vida profesional y me pregunté si quizás este camino no es para mí o qué tienen ellas que yo no tenga. Sí fue un golpe duro para mí, estaba un poco desmotivada, pero decidí que iba a seguir haciéndolo porque me encantaba tanto que tal vez, bueno, no iba a ser la mejor, pero la pasión le ganaba a todas esas, a esos prejuicios.

¿Qué bailarinas te inspiran?

Nunca he tenido, mi inspiración siempre ha sido mi yo del futuro. Siempre trato de imaginarme cómo me vería al lograr algo. Es algo que me ha ayudado muchísimo porque he logrado muchas cosas a través de esa capacidad de la imaginación. Hace muchísimo tiempo, cierto maestro me lo dijo cuando me costaba mucho la flexibilidad de alzar las piernas. Me dijo: ‘pero imagínatelo, imagínate como si tuvieras ya la pierna arriba’ y eso me cambió la perspectiva totalmente porque al principio veía a las otras y me comparaba mucho, pero luego ese consejo cambió radicalmente en mi vida y comencé a compararme conmigo misma y así ver resultados. Entonces, sí tengo balletistas a las que me gusta verlas, pero cada una tiene su brillo, difícil escoger.

¿Qué lecciones personales te ha dejado esta disciplina?

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A encontrar la felicidad en cosas pequeñas y motivarme (...) Siempre se puede dar más, ya sea como maestra, como bailarina o coreógrafa, o en cualquier profesión, solo que esta es mi pasión y muy poca gente lo encuentra, y estoy muy agradecida por haberla encontrado y eso me mantiene viva para seguir adelante, conmigo y con mis alumnas.