Muchos matrimonios han pasado por periodos pesimistas sobre su futuro. Buena parte de ellos han intentado, individualmente o juntos, resolver las diferencias por sus propios medios o con la intervención de un profesional en el tema. En un porcentaje de los casos la pareja no logra alcanzar un nivel de funcionamiento satisfactorio, y se encuentra frente a una crisis que podría significar daños profundos a la unión conyugal.

Ante esta encrucijada no existen muchas opciones (ya intentaron, infructuosamente, el diálogo con un mediador). Podrían continuar con la relación sin tomar decisiones, lo cual los condenaría a una vida de baja calidad. También podrían elegir separarse y ver qué sucede (lo que ocurre en la mayoría de las separaciones). O podrían decidir separarse de una manera programada, estructurada, con objetivos definidos y dentro de un periodo predeterminado.

A esta última opción también se la denomina separación terapéutica. Este procedimiento busca conseguir varios propósitos. Primero, evita el riesgo de seguir agraviándose o ignorándose, lo que resta más calidad a la vida. Así mismo, protege a los niños de la influencia tóxica de la discordia perenne. También, el estar solo ayuda a examinar los sentimientos, culpas y rencores en un ambiente libre de presiones continuas. Además, y muy importante, se produce un escenario similar al que existiría después de un divorcio, pero sin haber dado el paso.

El programa exige ciertas obligaciones:

  • Establecer un tiempo de separación, usualmente entre tres y seis meses, antes de reevaluar la situación.
  • Se sugiere que durante el primer mes haya la mínima, preferentemente ninguna, comunicación. Luego habrá acercamientos progresivos.
  • Establecer de antemano cómo se va a manejar la parte económica, la visita a los niños (de haberlos), la continuidad de las rutinas de estudios y otras actividades.
  • Durante este tiempo ambos deben consultar periódicamente con el profesional que los guiará en analizar y superar los problemas individuales (adicciones, control de la ira) y luego los temas propiamente conyugales en pareja.
  • No está permitida la intervención de terceras personas, en ningún sentido.

Estadísticamente, casi la mitad de las parejas en esta terapia recupera su matrimonio. Durante la separación cada persona aprenderá mucho sobre sí misma, sobre su pareja y sobre la vida. Al final del periodo podrá tomar la decisión más realista. (O)