La revolución había terminado. Napoleón se había encargado de ello. Gracias a un astuto golpe político se había parapetado como primer cónsul en París, y desde allí comenzaba a ejercer un considerable poder sobre una nación arruinada por una década de violencia y desorden. El papa Pío VI había fallecido y con él se habían desmoronado los estados papales, con ello el papado, otrora una fuerza conservadora significativa, llegaba a su fin.

Un escenario de incertidumbre se había apoderado de las clases dirigentes. Si bien el Antiguo Régimen era cosa del pasado, las élites europeas comenzaron a controlar de las más variadas formas las actividades universitarias y la vida intelectual.

La experiencia que habían tenido con la Ilustración les había enseñado a tomar en serio a la filosofía y a los filósofos. Pero para otros la incertidumbre de los nuevos tiempos era más bien una fuente de curiosidad, aventura y oportunidades.

Ese fue el caso de una serie de estudiantes, profesores, poetas, científicos, traductores, historiadores y simples aventureros de salón que comenzaron a popular la pequeña ciudad alemana de Jena de apenas cuatro mil habitantes. De repente Jena se fue convirtiendo en un semillero de los jóvenes intelectuales. Un lugar donde todo indicaba que se estaba forjando algo grande, algo histórico.

En su libro La república de los espíritus libres: Jena, 1800 (traducción de Raúl Gabas. Editorial Tusquets, Barcelona 2021, 224 páginas), el escritor Peter Neumann nos introduce en ese mundo que se creó en Jena alrededor de los años que marcaron la transición entre el ascenso de Bonaparte y las décadas que le siguieron.

Jena se convirtió en el punto geográfico donde el pensamiento europeo comenzó a construir el puente entre el racionalismo y el incipiente movimiento romántico que había echado raíces en Alemania y que luego se regaría por todo el continente.

Bajo la influencia de la portentosa figura de Wolfang Goethe, para entonces ya un intelectual de años y de enorme prestigio, fueron convergiendo en Jena el traductor August Wilhelm Schlegel; los filósofos Friedrich ‘Fritz’ Schlegel y Friedrich Schelling; la carismática y controversial intelectual Caroline Schlegel, casada con August; Dorothea Schlegel, una poeta y traductora, casada con Fritz; y los poetas Ludwig Tieck y Novalis, todos ellos parecían decididos a crear una nueva república de las letras, de espíritus libres. Trazaron un balance de la herencia recibida del Siglo de las Luces, inventariando sus errores y aciertos, y con un espíritu renovador comenzaron a sentar las bases de un mundo diferente.

Escrita con mucha elegancia, llena de observaciones interesantes sobre la vida de sus protagonistas, Neumann ha logrado plasmar en esta obra una fascinante biografía intelectual de esta pequeña ciudad que ganó una increíble reputación por el ambiente renovador y artístico que allí floreció.

El libro puede ser ordenado a la casa editorial de Barcelona.