En nuestro medio, pocas frases disparan tantas tensiones como “Tengo una crítica que hacerte”. Y en varias organizaciones he escuchado frases como “Aquí todos critican, pero nadie actúa” o “Mejor quedarse callado, porque si te expones, te van a criticar”.

La crítica, por lo tanto, suele estar cargada de una connotación negativa.

Pero ¿qué es la crítica? La RAE lo define como “Analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate”. Otras definiciones, por ejemplo, en el mundo del arte, indican que la crítica busca “examinar y juzgar algo, para determinar su bondad, verdad o belleza”. En fin, la crítica no se define en sí como una instancia nociva. ¿O sí lo es?

Frente a esta disyuntiva, hay que saber distinguir una “crítica constructiva” de la que suelo llamar “crítica terrorista”. Esta última es similar al acto de abandonar un artefacto explosivo sin hacerse cargo de las consecuencias al detonar. Suena terrible, pero es un símil de lo que un comentario malintencionado podría causar en la autoestima de las personas.

Si queremos dar una crítica, sea esta correctiva o constructiva, debemos tener tres disposiciones:

  • La primera es estar dispuesto a acompañar –o sostener– a la persona en el proceso de cambio originado por la crítica.
  • La segunda disposición es que nuestra crítica busque el bien para esa persona.
  • Y la tercera es estar disponible para escuchar, ya sean las razones para el actuar de la persona o tal vez sus limitaciones o fragilidades.

Estas disposiciones nos ayudan a comprender la realidad y ajustar la corrección a la situación de la persona.

También debemos considerar el efecto que tiene la crítica en quien la emite. Si es con intención de lucirse frente a los demás, esa crítica es innecesaria y vale evitarla, pues es promovida por las propias carencias personales.

En cambio, si puedo otorgarla a la persona confidencialmente, sin tener que exponer sus fragilidades ante los demás, se vuelve mucho más efectiva, pero sobre todo resalta valores como la nobleza, la lealtad y la caridad.

Finalmente, es evidente que nuestra sociedad adoptó la crítica en una de las formas más cotidianas de expresión. De nosotros dependerá que esta deje de ser un mecanismo que acreciente la división y llegue a ser uno de los mejores medios para promover la búsqueda de lo bueno, lo noble y lo justo. (O)