No sé si a ustedes les ha pasado, pero cada vez que entro a una red social para revisar un post, noticia u opinión, observo que en los comentarios pareciera que se desató la Tercera Guerra Mundial. Y no hablo de un conflicto entre potencias nucleares, sino de un enfrentamiento en el que cada persona se esmera en colocar la crítica más devastadora que su arsenal bélico pudiera enviar.

Este comportamiento en las redes sociales es un reflejo muy claro de una cultura en la que el conflicto es frecuente. Sin embargo, en varias entrevistas y encuestas realizadas por Humane Consulting Group a líderes y colaboradores de distintos tipos de empresas, se sostiene que la cultura del conflicto genera desgaste y, para contrarrestarla, una de las conductas más valoradas es la empatía.

Empatía es la capacidad de lograr la confianza y el compromiso con los demás, comprendiendo sus actos, sentimientos y emociones. Es como un puente que se construye entre las personas por el que se compartirá lo mejor de sí. La buena noticia es que la empatía puede ser desarrollada, pero requiere de constancia para su perfeccionamiento. Para esto, les propongo este breve ejercicio mental antes de emitir una opinión sobre otra persona:

  • ¿Qué está tratando de decir?
  • ¿Qué necesita que le diga?
  • ¿Cómo quisiera que se sienta cuando le diga esto?
  • ¿Me gustaría que me traten de una manera similar a la que yo lo estoy tratando?

La empatía también promueve la prudencia, lo que se consigue siendo observador con los comportamientos y actitudes de la persona. Y, si sirve para hacer el bien, conlleva una carga inmensa de caridad que edificará tanto a quien recibe como al que la provee.

En el ámbito laboral moldea la cultura organizacional, promueve el respeto, aumenta la autoestima en las personas, y las motiva a dar lo mejor de sí. Un líder empático genera confianza y unidad en el equipo, permitiendo el intercambio de opiniones y fomentando así la transparencia, la colaboración y, por ende, la innovación.

Finalmente, reflexionemos que muchas veces no conocemos las luchas que tienen a cuestas las personas, por eso, una palabra de aliento en el momento más adecuado podría cambiar una historia de vida. Empecemos a ser empáticos con los demás, y que nuestra opinión sea una luz que ayude a construir los puentes de unión que nuestra cultura tanto necesita. (O)