Se calcula que anualmente un millón trescientos mil turistas visitan el Palacio Ducal de Venecia. El palacio está ubicado en el extremo oriental de la Plaza de San Marcos con vista a la laguna de Venecia, por un lado, y a la mencionada plaza, por el otro.

Esta edificación es una de las mejores expresiones arquitectónica del Gótico secular típico de esa ciudad que ha sobrevivido casi intacto hasta el presente. El palacio era el símbolo de la República Veneciana y en su interior albergaba la residencia del Doge, el Consejo de los Diez, los tribunales de justicia, la infamante cárcel y otras dependencia públicas.

Lo que probablemente ignoran muchos de los turistas que recorren todos los días este fascinante palacio lleno de arte e historia, es el hecho de que en él funcionaba también el cuartel general del centro de espionaje e inteligencia más sofisticado del Renacimiento. Debido, por un lado, a su posición geográfica que aislaba a Venecia de las crisis del resto de Italia, pero que a su vez demandaba está constantemente alerta de los movimientos que ocurrían en tierra firma. Y, por el otro, a su vez de su ingeniosa forma de gobierno en la que predominaba un sistema colectivo de contrapesos y equilibrios para prevenir las tiranías, Venecia desarrolló una peculiar tendencia al secretismo y la clandestinidad en el manejo de las relaciones políticas e inclusive sociales.

Los gobernantes de la Serenísima fueron creando un sistema de control y espionaje, primero, sobre sus propios súbditos y luego en las cortes de las potenciales rivales, especialmente en Constantinopla, o en aquellas que podrían convertirse en agresoras, como fue el caso del Ducado de Milán, entre otras.

En su libro Venice’s Secret Service: Organizing Intelligence in the Renaissance (El servicio secreto de Venecia. Organizando inteligencia en el Renacimiento), publicado por la Oxford University Press, la profesora Ionna Iordanou, de la Universidad de Oxford Brookes University, lleva a cabo un exhaustivo análisis del desarrollo y sofisticación de lo que es probablemente el primer sistema centralizado de espionaje estatal de Occidente y que se desarrolló Venecia en el siglo XIV.

La autora ha hecho una impresionante investigación de archivos, correspondencia y minutas en las principales sedes del poder de la época, Florencia, Madrid, Nápoles, Roma y otros. El libro desdice la idea generalmente aceptada de que el espionaje organizado ha sido un invento relativamente nuevo.

El lector encontrará, por ejemplo, cómo los venecianos crearon el sistema de decodificar mensajes secretos, pero a su vez dejando que el mensaje llegue a su destinatario, o el recurso de comprar información, reclutar agentes, manipular a agentes diplomáticos, y otros métodos. Un libro sumamente interesante que dice mucho de la organización económica y política de la República de Venecia durante sus años de poder y gloria.

El libro puede ser ordenado a la casa editorial.