Justo cuando pensábamos que habíamos alcanzado la comprensión de quiénes son los mileniales, empezamos a descubrir a unos jóvenes capaces de discutir -con argumentos en mano- cualquier idea que nosotros diéramos por hecho. Es la generación Z, más conocida como centenial, que ya está aterrizando en el mercado laboral. Si pensaban que las prácticas que sirvieron para atraer mileniales van a ser exitosas con la siguiente generación, prepárense para un impacto inminente.

Los centeniales o generación Z, son los jóvenes que nacieron desde finales de los 90 hasta el 2012, aunque este último dato aún es susceptible de ser ajustado. Son nativos digitales, y no conocen un mundo sin internet. Además están marcados por la llegada de los smartphones, lo que ha hecho que sean la generación con mayor acceso a la información.

Eso los vuelve prácticos y aterrizados, a diferencia de los mileniales, que son más soñadores y emocionales. De ahí radica nuestro desafío de aprender cómo atraerlos y fidelizarlos dentro del ámbito laboral.

  1. ¿Cómo captarlos? Los centeniales, más que novedad, buscan un propósito, algo que le agregue valor a su desarrollo. ¿Tiene tu empresa un propósito inspirador? ¿Tus colaboradores se sienten identificados con ese propósito? ¿Qué dicen tus clientes en las redes sociales? Todo eso lo sabrá un Z antes de decidir ir a una entrevista.
  2. ¿Cómo desarrollarlos? Para los centeniales la formación está -literalmente- al alcance de sus manos. Por eso, los cursos ‘intermedio y avanzado’ dictados fuera del horario laboral son parte del pasado. Una buena práctica es apoyarse en plataformas virtuales, donde la formación pueda tomarse a su ritmo. Si no se posee una herramienta así, los mismos centeniales estarán encantados de poder desarrollarla.
  3. ¿Cómo retenerlos? ¡Hay que desafiarlos! Pídales que investiguen y traigan opciones para un problema. Si no lo saben, acudirán a sus redes de contactos en busca de respuestas, aunque no debería sorprenderles que la solución provenga de un video en TikTok. Escuchemos sus opiniones, y, desde la experiencia, vayamos construyendo juntos la solución. Ellos valorarán mucho ese tiempo.

Finalmente debemos reconocer que es una generación con un potencial inmenso. Por eso es nuestra responsabilidad poder encaminarlos con la guía de los valores, y así conducirlos a construir un entorno laboral donde prime lo bueno, lo noble y lo justo. Y nosotros, ¿qué legado le estamos dejando a esta nueva generación? (O)