La lechuga es un alimento que se consume mejor fresco, por lo que suele dañarse rápido. Esto ocurre principalmente por su sensibilidad a la humedad y al frío, y su tendencia a congelarse.

Por eso, uno de los consejos más importantes para mantener la lechuga fresca es no exponerla directamente al frío de la nevera y no dejar que toque las paredes heladas.

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La siguiente vez que compres una lechuga pon a prueba el siguiente truco casero. Te aseguramos que funcionará. Debes empezar picando la lechuga en tiras, para lo cual te puedes ayudar de unas tijeras para sostenerla, y un cuchillo para cortar.

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Luego, lava la lechuga exhaustivamente para eliminar cualquier rastro de suciedad, y procede a secarla con una centrifugadora de lechuga, o un escurridor y papel de cocina.

El paso más importante, es guardar la lechuga picada en un tarro de cristal, cubriendo el borde con un papel de cocina seco. Este tarro se tapa y se conserva en la nevera boca abajo, tras lo cual la lechuga puede durar buena y crujiente por un mes.