Diciembre es el mes de las festividades, especialmente las celebraciones navideñas donde se rinde homenaje al nacimiento del Niño Jesús; una de esas es la Novena de Navidad que comienza a rezarse el 16 de diciembre de cada año, para rezar la última al llegar al día 24, la fecha en que Jesús nacerá.

Este año ha sido muy difícil para todos. Muchas familias pasarán una Navidad con integrantes menos y con vacíos irreparables en sus vidas a causa del coronavirus. Sin embargo, esta época nos enseña a mantener nuestra fe y unión.

En el octavo día de Novena celebramos la vida y cuidamos nuestra fe, tal como se cuida un tesoro. Oremos por los que faltan, por los que quedan y por las bendiciones que Dios nos ha dado.

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Hoy compartiremos el programa del séptimo día de la Novena de Navidad ,dedicado a la fe, que recoge el portal de Aciprensa.

Cómo rezar la Novena

Se inicia con la señal de la cruz.

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Oración inicial:

Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.

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(Se reza un Padre Nuestro)

Queridas familias, el milagro de la Encarnación es la declaración de amor más fuerte que Dios ha hecho. Dios se hace uno de nosotros, para curar todas aquellas heridas que nuestras negaciones al amor nos han causado. Dios quiere seguir habitando entre nosotros. Solamente necesita corazones que lo acojan.

Lectura (Lc 1,46-49):

María dijo entonces: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador, porque se fijó en su esclava. Desde ahora todas las generaciones me dirán feliz. El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo a los que viven en su presencia.

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Dio un golpe con su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y sus descendientes para siempre.

María se quedó unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.

Oración por la familia:

Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón. Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros. Que sepamos marchar hacia ti en tu diario vivir. Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio. Que cada noche nos encuentre con más amor.

Haz, Señor, con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. Haz, Señor, de nuestros hijos lo que anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en el apoyo mutuo. Que hagamos del amor un motivo para amarte más. Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos conceda el hallarnos unidos para siempre en ti.

Amén.

Oración por la Virgen María:

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tú para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Se reza tres veces el Ave María.

Oración por San José:

Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan soberanos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza.

Te rogamos, por el amor que tuviste a tu divino Hijo, que nos llenes del fervoroso deseo de verle y recibirle con amor. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

Gozos:

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!

¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!,
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo!

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo!
¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio!
¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!

¡Oh lumbre de oriente, Sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos!
¡Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios!

¡Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo!

¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!

¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven, hermoso Niño, ven, Dios humanado luce, hermosa estrella, brota, flor del campo!

¡Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!

¡Véanse mis ojos, de ti enamorados bese ya tus plantas, bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto!

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos;
¡Ven a nuestras almas! ¡ven, no tardes tanto!

Se cierra la novena con algún villancico.

Debido a la pandemia del coronavirus y las restricciones que han impuesto las autoridades para evitar más casos de contagios, celebrar la Novena en grupo o reunidos es una tarea difícil pero no imposible; hay que adaptar también estas celebraciones así como hemos adaptado nuestras actividades diarias. Recuerda que se puede hacer la reunión vía Zoom o por videollamadas de WhatsApp con otros seres de la familia como un momento para compartir el hermoso tiempo de espera al Redentor, lo importante es mantener la fe y unión. (I)