Estoy casada desde hace 15 años. Tengo 36. Tenemos cinco niños. Me siento decepcionada de mi esposo y su falta de interés por el bienestar de nuestro hogar. Vivimos cerca de sus padres, pero es como si viviéramos con ellos. No trabajo fuera de casa porque él no quiere, pero él no tiene trabajo fijo. Hago ventas por catálogo y así cubro los gastos de casa. Ya no doy más. Se ha descuidado hasta en su salud. Él tenía depresión, pero dice que ya lo superó. No lo creo. Nunca más buscó ayuda profesional ni un consejero. Si recapacita, lo apoyaré, pero si sigue así no tendré otro remedio que separarme.
Luna,
Guayaquil

Estimada lectora, déjeme felicitarla por su perseverancia, entrega y fidelidad a su compromiso matrimonial. Ese esfuerzo sostenido ha sido alimentado por el inmenso amor que usted ha tenido sobre la ilusión de salir a flote en su proyecto familiar. Sin embargo, no ha logrado una dinámica de interacción mutua.

Todo compromiso exige aporte dinámico y dialéctico, de transformación y crecimiento, de interacción, interconexión e interdependencia enfocado en una visión común de crecimiento y bienestar para todos los de la familia.

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La depresión de su esposo, a la que hace referencia, debe tener un factor constitutivo, que genera un desinterés creciente en su entorno social, evidenciando conductas negligentes y desmotivantes. Esta realidad que aqueja a su esposo no está solucionada; requiere un proceso terapéutico sostenido a nivel psicofarmacológico y psicológico.

Si usted ha invertido 15 años en un patrón de comportamiento conyugal que le ha arrojado resultados negativos haciendo lo mismo, quiere decir que definitivamente debe cambiarlo para generar una dinámica de transformación dialéctica. Si la separación es una opción para usted, es fundamental que se prepare terapéuticamente para que pueda sostener dicho proceso. Y recuerde: “Mientras se espera vivir, la vida pasa” (Séneca).

Psic. Liliam Cubillos Andrade,
Telf.: 099-986-1130.
Instagram: @lcubillospsicologa