En 1971 y 1974, Glenda Jackson fue ganadora de premios Óscar como mejor actriz: en la primera ocasión por Women in Love (1969) y, en la otra por A Touch of Class (1973), pero en ninguna ceremonia fue a recogerlo. ¿El motivo? En una entrevista dada al sitio web ew.com, se refirió a los premios como “un montón de tonterías”. También fue nominada por sus papeles principales en la impresionante historia de amor bisexual de John Schlesinger, Sunday Bloody Sunday (1961) y la adaptación de Henrik Ibsen, Hedda (1975).

A Touch of Class (1973).

Es posible que los más jóvenes no la reconozcan, pero deberían. La actriz inglesa de 84 años es una de las intérpretes más fascinantes que jamás tuvo ínfulas de convertirse en una gran estrella de cine. No ha aparecido en una película para cine desde 1990 cuando protagonizó en Los reyes del viento, y eso se debe a que decidió alejarse de Hollywood hace 28 años y postularse para un escaño en el Parlamento británico. En 1992 fue elegida para integrar la Cámara de los Comunes por el Partido Laborista, fue secretaria de Transporte y pasó a servir a su distrito electoral de Londres hasta su jubilación en 2015.

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Pero no ha eludido un desafío. Ha ganado todos los premios como actriz. En teatro, en 2016 interpretó un King Lear elogiado unánimemente en el Old Vic de Londres; en 2018, ganó un premio Tony por su papel en Three Tall Women de Edward Albee en Broadway, en 1992 apareció en otra película para televisión La vida secreta de Arnold Bax. En la producción para televisión de la BBC, Elizabeth Is Missing (2019), Glenda Jackson asume su primer papel en la pantalla chica luego de casi tres décadas como una mujer que enfrenta la rápida erosión de sus facultades, incluso mientras busca respuestas a misterios tanto en el presente como en el pasado.

Glenda durante una de sus intervenciones en el parlamento británico.

Esto no quiere decir que precisamente haya dejado de actuar, como en más de una ocasión lo probaron sus enardecidos discursos en el Parlamento inglés. Jackson, obviamente, es una mujer que dice lo que piensa. Es una cualidad que distingue todas sus actuaciones en las tablas, en el set y cuando estuvo en el órgano legislativo. Uno de sus famosos discursos se realizó entre protestas cuando fue convocada a la Cámara de los Comunes para conmemorar el fallecimiento de Margaret Thatcher en 2013. "Todo lo que me habían enseñado a considerar como un vicio", declaró, "fue, de hecho, bajo el thatcherismo, una virtud: la codicia, el egoísmo, el desprecio por los más débiles, los codos afilados, las rodillas afiladas, todo esto era el camino a seguir".

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Los Óscar se han transformado en lo que son ahora. Tienen mucho menos que ver con el cine. Se trata de vestidos y todo un rollo de tonterías".

Su regreso
Una vez describió la actuación como "un proceso misterioso que nadie puede definir o enseñar. Tienes que ver el mundo a través de sus ojos. Por muy desagradable que sea para ti". A los 79 años participó en una adaptación radiofónica de las novelas Rougon-Macquart de Emile Zola, y un año después estaba de vuelta en el escenario, como Lear en un King Lear ciego. Su más reciente trabajo (Elizabeth Is Missing) fue recibido con entusiasmo en Gran Bretaña en el 2019. “Es una actuación desgarradora, convincente, nada sentimental y en general magnífica”, escribió Lucy Mangan en The Guardian después del estreno de la película.

Elizabeth is Missing (1919).

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En una entrevista de 2019 del New York Times, Jackson habló sobre el envejecimiento y la demencia (a propósito de Elizabeth Is Missing), el tratamiento de las mujeres en el drama contemporáneo y la política actual de Gran Bretaña. ¿Cómo fue la experiencia cinematográfica para ti, especialmente al comienzo de tu carrera? Glenda responde que le encantó. “La cámara está tan obsesionada con lo que estás haciendo. Es una experiencia increíble estar en el área alrededor de la luz, rodeados de personas en la oscuridad, y todos miran y piensan: ‘Su cabello, su rímel, su disfraz... ¿Está bien la iluminación?’. No te están mirando. Pero esa energía concentrada en el área de la luz es una fuerza palpable”.

En el mismo medio ella se refiere a las estatuillas doradas por su actuación en Women in Love y Sunday Bloody Sunday. “Los Óscar se han transformado en lo que son ahora. Tienen mucho menos que ver con el cine. Se trata de vestidos y todo un rollo de tonterías. Hoy en día parece que la verdadera competencia es entre las distintas entregas de premios. Los Globos de Oro, en mi época, si ganabas, tenías suerte de recibir un aviso en Los Angeles Times del día siguiente . Ahora la cobertura es ridícula”.

El coronavirus
Jackson también habla sobre asuntos sociales, como el racismo. “Disfrutamos del brillo del momento, que es lo que es. Pero, ¿cómo se puede decir que 12 años de esclavitud o Selma han provocado un cambio cultural fundamental? Y luego tienes a estos negros a los que dispara la policía. Ojalá los Óscar pudieran cambiar el mundo, pero, lo siento, simplemente no es cierto”.

Cuando recibió el Tony en 2018.

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Debido a la pandemia, la producción de televisión, teatro y cine se ha paralizado. Glenda, recluida en el sótano de la casa de su hijo, el columnista de Mail on Sunday, Dan Hodges, su esposa y su nieto, opina: “Espero que la gente me envíe buenos guiones, pero no importa si no lo hacen. Elegir roles para personas mayores puede ser difícil, pero luego nos siguen diciendo que los jóvenes también pueden contraer COVID-19, por lo que todos estamos en el mismo barco”.

En Variety abordó el mismo tema. “Ahora estamos en esta situación extraordinaria en la que la gente puede estar trabajando en algo, principalmente de forma individual, pero es difícil encontrar la manera de unirse como grupo. De una manera curiosa, este podría ser un momento furtivo de manera creativa mientras los escritores responden a su asombro por lo que ha mostrado la pandemia sobre el tipo de país en el que vivimos. Hay mucho material”.

Sobre su actividad política, Glenda dijo al New York Times cuando se le preguntó sobre su posible regreso, ella respondió: “Tengo 84 años. ¿Crees que tengo la energía para ir de nuevo a las aceras?”.

Women in Love (1969).

Pasó dos años limpiando estantes detrás del mostrador de medicinas en la red de farmacias Boots antes de unirse a un grupo de teatro amateur y ganar un lugar en Rada (Real Academia de Arte Dramático) a mediados de los años cincuenta. Señala que, según su experiencia, las clases trabajadoras son bastante conservadoras. En 1992 abandonó su carrera como actriz estelar para convertirse en diputada del Partido Laborista. Sirvió bajo una sucesión de líderes que comenzaron con Neil Kinnock y terminaron con Ed Miliband, pero más notablemente bajo Tony Blair y Gordon Brown durante los 13 años en el poder del partido de 1997 a 2010. Ella fue una espina clavada en el costado de Blair, una opositora de la guerra de Irak, y del cobro de ciertas tasas en su país.

¿En algún momento Jackson pensó encarnar a una política, cuál sería, Margaret Thatcher? “Me resultaría muy difícil. Siempre he tratado de cumplir con una regla inquebrantable de que tienes que mirar el mundo a través de los ojos de quien sea que estés jugando. Y me resultaría muy, muy difícil ver el mundo que Thatcher quería que habitáramos”.

Glenda rescata aspectos positivos de la pandemia. “Uno de los únicos beneficios de la pandemia de coronavirus es que la atención social está subiendo en la escala política, y no antes de tiempo. Hemos estado caminando alrededor de ese gran agujero negro que nos espera. Ahora, como sociedad, todos nos daremos cuenta de que es algo que tenemos que mirar; esta será posiblemente la nueva normalidad. Y es lo mismo en los EE. UU., peor, quizás, dados los números de coronavirus”.

La actriz también ha revelado su parte espiritual. “No soy abiertamente religiosa, pero cuando las cosas se ponen mal, constantemente llamo a Dios. Estoy agradecida por las otras dimensiones que hay para todos nosotros. Creo que somos más que carne, sangre y polvo. Fui criada parcialmente como un presbiteriano galés y eso es bastante profundo. Tengo un lado espiritual”. (A. C. J.)