Altamente sensible. Michael Jack no está demasiado feliz con esas dos palabras. “Para los músicos es positivo pero, saliendo de eso, la sensibilidad tiene una connotación negativa, como de incapacidad de vivir”, comenta este abogado alemán.

Jack, él mismo altamente sensible, fundó la asociación de información e investigación Hochsensibilität (Alta Sensibilidad) en 2007, que hoy preside.

Highly Sensitive Person (Persona Altamente Sensible) fue un concepto desarrollado en la década de 1990 por la psicóloga estadounidense Elaine Aron. “La palabra inglesa sensitive es una descripción neutral de una sensibilidad más alta”, explica Jack. Las personas altamente sensibles tienen determinadas características, de acuerdo con la definición de Aron.

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Estas personas procesan más a fondo, reflexionan con más profundidad, tienen una tendencia a reflexionar, cuestionan mucho”, analiza la terapeuta germana de aprendizaje integrador Stephanie Kaye. Y la experta agrega que “son sobreexcitables, el estrés causado por el cambio, por ejemplo, hace que el sistema nervioso vegetativo se sobreexcite”.

“Son sensorialmente más sensibles, ya sea al ruido o al dolor, y las alergias se presentan de manera más frecuente”, añade Kaye. “Pero no todo esto debe presentarse en esa completa combinación”, especifica.
Jack cuenta que reconocer la alta sensibilidad ayuda a las personas a comprenderse mejor. “No solamente me quitaron un peso de encima, sino una cadena montañosa entera”, indica.

También a los padres les puede ocurrir algo similar cuando se preguntan por qué su hijo o hija actúa frecuentemente de manera tan distinta a lo esperado.

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Un rasgo de la personalidad

Sin embargo, la alta sensibilidad no es una enfermedad, sino más bien una variante de la personalidad. “El espectro de lo que es normal es muy amplio y grande”, explica el director de la clínica universitaria Würzburg de psiquiatría infantil y juvenil, Marcel Romanos.

Sin embargo, Romanos considera que el concepto de alta sensibilidad nunca fue comprobado con métodos objetivos y puede resultar problemático.

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Por ejemplo, advierte el director de la clínica de Würzburg, cuando de esta manera se esconde un trastorno psíquico: “Vi varias veces cómo a niños con trastornos de ansiedad o TDAH (trastornos por déficit de atención e hiperactividad) se les ‘diagnosticó’ alta sensibilidad”.

Romanos puntualiza que así se obstaculiza el diagnóstico correcto y la terapia necesaria. También la terapeuta de aprendizaje integrador Kaye coincide en que el comportamiento llamativo debe ser aclarado.

“Yo misma derivo a especialistas para descartar enfermedades psiquiátricas”, explica Kaye. Y comenta que, si no hay ningún trastorno, esto puede ayudar a los padres a conocer el fenómeno de la alta sensibilidad.
La terapeuta germana especifica que en primer lugar frecuentemente está cambiar la visión general sobre el niño y apartarse de las posiciones de expectativa.

Algunas recomendaciones

Su principal recomendación consiste en “¡tener paciencia!”. En el caso de que también los padres sean altamente sensibles, tal vez puedan comprender mejor a su hijo o hija. Y si este no fuera el caso, la curiosidad ayuda a involucrarse.

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Las reglas establecidas por la familia pueden ser no andar gritando en voz alta o “que cada uno pueda cerrar la puerta de su habitación y sumergirse allí un poco en sus propios pensamientos”.

Por su parte, el niño o la niña debe aprender “a decir por qué tiene problemas en determinadas situaciones”, manifiesta la terapeuta. Kaye agrega que, dado que frecuentemente estos niños también se hacen cargo de los problemas de otras personas, los padres asimismo deben dejar en claro: “Mamá y papá ahora lo solucionarán, no tienes que preocuparte”. “De lo contrario, llevará a una alta sobrecarga emocional para los niños”, añade.

Además, los padres deben focalizarse en las cualidades de su hijo o hija y generarle buena autoestima. Los menores altamente sensibles no deben sentir que no pertenecen al grupo solo porque marcan alguna distancia.