​Hay muchos libros que reposan en mi biblioteca a la espera de ser leídos. Este obligado encierro al que nos ha llevado el avance del coronavirus en Ecuador, me ha dado el tiempo para leer mucho de lo que quería y no había podido. Uno de los libros leídos en este lapso es el escrito por la ensayista y crítica literaria guayaquileña Alicia Ortega Caicedo, Fuga hacia adentro. La novela ecuatoriana en el siglo XX, publicada en 2017. Se trata de una coedición entre la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Quito, institución de la que Ortega es catedrática, y Ediciones Corregidor de Buenos Aires. Es una obra de casi 500 páginas, resultado de la tesis de doctorado de la autora en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos.

Como su título lo explicita, el libro de Ortega es una reflexión sobre la novela ecuatoriana del siglo XX y está estructurado en dos partes. La primera, dedicada a la primera mitad del siglo XX, en la que repasa las novelas y la crítica literaria, la estética del realismo, los límites del diálogo intercultural, entre otros aspectos; y la segunda, destinada a analizar la segunda mitad del siglo XX. En este segmento rastrea la producción novelística, las prácticas intelectuales y el ensayo crítico.

Especial atención le otorga a la narrativa de la Generación de 30. Lee a los escritores de esta etapa en sus múltiples facetas, puesto que a la par que narradores, ellos ejercieron de ensayistas, de críticos literarios y de militantes políticos. El análisis que hace no se circunscribe única y literalmente a la década del 30, puesto que como coincide buena parte de la crítica literaria del país, la Generación del 30 abarca, en realidad, varias décadas. Los integrantes del Grupo de Guayaquil reconocieron la narrativa de José Antonio Campos y de Luis A. Martínez (su novela A la costa, de 1904), como los antecedentes de la novela realista del 30. En tanto, se señala a El éxodo de Yangana, de 1949, de Ángel F. Rojas, como la obra que cierra la etapa realista de la literatura ecuatoriana.

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En el libro de Ortega se analiza largamente la narrativa de Jorge Icaza y sus aportes y se combate aquello que se ha convertido en casi un lugar común: leer la literatura de este autor en contraposición a la de Pablo Palacio, o ubicarlos en orillas opuestas, cuando en realidad no es así. Icaza y Palacio están más cercanos de lo que muchos creen.

También se indaga en el papel de la crítica literaria y en el lugar desde el que esta se pronuncia, por ello se repasa el pensamiento de críticos como Isaac J. Barrera, Remigio Crespo Toral, Aurelio Espinosa Pólit, Benjamín Carrión, Agustín Cueva, Alejandro Moreano, entre otros, y se vuelve a El síndrome de Falcón, ensayo de Leonardo Valencia. Fuga hacia adentro. La novela ecuatoriana en el siglo XX es un libro enriquecedor para quienes buscan reflexiones sobre la literatura ecuatoriana. La cuarentena es un tiempo propicio para leer obras voluminosas como esta u otras, para las que a veces no se tiene espacio en el día a día. (O)