Gabriela Sánchez y Eduardo Salas usaron su experiencia de vida para crear un negocio empoderador y divertido.

Ella se casó joven y no fue una buena experiencia. Cuenta que se sentía “chiquita”, “reprimida”. Pero en su relación con Eduardo comenzó a sentirse más fuerte.

Esa fuerza que se siente en la relación es la misma que la pareja busca transmitir con Dulce de Leche, una tienda online para adultos especializada en la venta de juguetes sexuales.

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Su objetivo, además, es que con la experimentación y el conocimiento los ecuatorianos logren despojarse de los miedos que tienen con respecto al sexo.

¿Cómo comenzaron el negocio?

Luego de visitar un sex shop en Guayaquil y notar que no contaba con buena asesoría y que los precios eran altos, se dieron cuenta de la falta que hacía un lugar en el que las personas no solo compren, sino reciban consejos sobre lo que pueden comprar en una tienda de este tipo.

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Tenían claro que el sexo en Ecuador es un tabú, que se siente vergüenza al hablar del tema. Pero también que “a los latinos nos encanta el sexo, aunque a la gente no le gusta decirlo en público”, explica Salas.

Empezaron a investigar, a tomar cursos e ir a ferias para adultos y usaron sus conocimientos en marketing para crear una marca que se salga de lo convencional. No usaron el estilo convencional de los sex shops, sino algo más amigable, diferente, con colores pasteles, con un tono pícaro, sin ser vulgares. Ella es la encargada de la logística y venta, y él de la parte comunicacional.

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Dulce de Leche es una tienda online. Esa conexión virtual hace que los clientes tengan la confianza de hacerles preguntas íntimas por redes sociales. “Nos piden tantos consejos -dice Sánchez- (...) no me considero ninguna sexóloga, ni Eduardo tampoco, pero consultamos y respondemos de la mano de expertos”, comenta ella.

¿Cómo realizan las ventas?

Lo primero que hacen en Dulce de Leche es preguntar sobre las preferencias sexuales de cada persona y respecto a eso recomiendan los juguetes adecuados, para que tengan algo que los satisfaga de verdad. “La gente necesita lo que le gusta”, enfatiza él.

Tienen un stock que está en constante cambio; hay más de 100 variedades de juguetes, con tecnología de ondas sónicas, ondas de aire, control remoto, control por app, entre otras; todas con carga USB para evitar el uso de pilas.

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Cada juguete es bautizado con un nombre, por su diseño y función: Libélula, Rachel, Phoebe, Jagger Plus, Atena, Ballenita, Madison, Caballito de mar... Algunos 'clásicos' de la tienda son Rosita, Magneto y Satisfayer Pro 2, uno de los más conocidos en el mundo. Los precios están entre los $35 y $79.

Las ventas se realizan con absoluta privacidad, según convenga cada cliente y con apertura a todos los gustos sexuales.

Comentan que algo común entre los ecuatorianos es buscar productos para jugar en público, por ejemplo, los que tienen control a distancia y puedes llevar a una fiesta o un restaurante sin que se note.

El 80% de los clientes de Dulce de Leche son mujeres. “A veces los hombres le compran a su pareja”, añade Salas. Además explica que le dice a sus clientes que el juguete sexual es un aliado, pues “muchos hombres se sienten intimidados, no sé si por cultura o machismo, pero el juguete debería estar dentro de una pareja, te puede sacar de la rutina, te puede enseñar nuevos estímulos (...) eso une a la pareja”.

Sánchez dice que “a veces (las mujeres) no sabemos decir qué posición nos gusta, dejamos que el hombre lleve todo (...) por crianza creemos que solo el hombre necesita satisfacción (...) hay que empoderarse, saber qué queremos”. Para ella, la reacción de sus clientas es positiva, pues le cuentan que sus parejas al principio están cohibidas, pero luego quieren probar cosas nuevas. Entonces también hay un empoderamiento del hombre y se elimina el machismo.

En nuestro país, dicen, “'sexo' es una mala palabra, algo prohibido, porque nos crían de esa manera”, por eso lo más importante para ellos es que la gente sepa que en su tienda online pueden preguntar, curiosear y aprender, pues buscan un Ecuador sin tabúes. (I)