¿Qué pasa después de casarse? El matrimonio se convierte en una puerta. Cuando pasa por ella una persona que ha vivido malas experiencias familiares, se activa un malestar en la relación.

“El problema no está en la institución; cada persona tiene una historia familiar ligada a esta experiencia”, explica la doctora Nuria Vanegas, presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Sexología.

Lo ideal sería hacer algo diferente a lo que antes no funcionó. No evitar por completo la situación. Porque el matrimonio en su verdadera forma, argumenta Vanegas, ayuda a que las personas se compenetren, logren metas, tengan hijos, sean felices.

Publicidad

Quienes tienen miedo a ese paso llevan algo en su historia familiar: sus padres se divorciaron múltiples veces, tienen muchos hermanos de padres o madres diferentes. La historia les dice que el matrimonio falla”.

A partir de esa creencia, otras cosas fallan. “Muchos consultantes dicen: ‘Desde el día de la boda no volvimos a tener relaciones sexuales’. Aunque parezca mentira, desde ese día se cancela algo que no tiene nada que ver con el papel (si no, todos los matrimonios fracasarían)”.

“El problema no está en la institución; cada persona tiene una historia familiar ligada a esta experiencia”.

Cuando la convivencia se convierte en adormecimiento

La forma de interactuar cambia en la convivencia. “Entrar en la rutina, una vez más depende de cada uno”, dice Vanegas. “Es un esfuerzo constante de los integrantes de la pareja convertir el matrimonio en un conjunto de espacios divertidos”.

Publicidad

La atracción es otro de los componentes. Cuando se pierde, la culpa no está en la firma. Nuevamente, la historia familiar se impone. Si la familia tiene una historia traumática de separación, los descendientes cargan con ese dolor y repiten el proceso, en un patrón que en psicología se llama ‘yo como tú’. En el subconsciente la persona lleva esta premisa: ‘Si mis ancestros han sufrido así, yo también’.

La solución no es negar a los padres. Ellos, dice Vanegas, son la puerta a la elección de la pareja. Rechazarlos es resignarse a fracasar constantemente en las relaciones. Se puede amar al cónyuge, estar bioquímicamente bien, pero emocionalmente atado. Y si se separa, pero no se libera, lo mismo le sucederá con las personas con las que se relacione después.

Publicidad

Una propuesta psicoterapéutica es una elaboración de la historia familiar hasta llegar al punto más lejano posible, e identificar la raíz del problema para sanar. El conflicto de la pareja es, como la fiebre, el síntoma de un problema oculto, dice la especialista Vanegas. “Si hay un proceso de terapia, la pareja podrá avanzar en su matrimonio”. Mas, en nuestra cultura de inmediatez, si no se nos da solución instantánea, buscamos una: el divorcio.

Lea más: El matrimonio y el perdón, por el doctor Lenin Salmon

Vanegas pide considerar las consecuencias: “Dejamos en el camino hijos y personas destrozadas. Las nuevas generaciones son producto de las separaciones fáciles”. El abandono en la infancia, sostiene, perpetúa la infidelidad.

La solidez viene de la decisión de quedarse. Siempre va a tener problemas, concluye. “Convérselos y resuélvalos con su pareja”.

"¡No necesitamos un papel!". ¿Convivir o casarse?

La diferencia entre una relación informal y el matrimonio es la que hay entre alquilar o comprar una casa, viajar a otro país de turista o buscar residencia. “Puedo estar en cualquiera de las dos formas”, ilustra Vanegas. “Pero la perspectiva que tendré sobre la estadía será diferente”.

Publicidad

La primera opción ofrece menos preocupaciones. “Rento un espacio, disfruto la vista, me quedo un rato. Si se daña algo o hay problemas, no es mi responsabilidad total; me voy”.

En cambio, la decisión de casarse es un sello personal. “Como el que dice: ‘Quiero comprar esa casa’. Uno se arriesga al préstamo o pone todo su dinero en un bien cuando sabe que ese espacio es lo que quiere y lo que necesita”.

Cuando "el loco es el otro"

Ir hacia la sanidad emocional empieza por aceptar que algo pasa en el interior. “Si me casé y luego digo que el otro es el loco, queda la pregunta: ¿entonces por qué lo escogí? Algo en mí me lleva a relacionarme con alguien que no está bien. La próxima experiencia será igual”.

No es que ‘todos son iguales’, recalca Vanegas. “Yo actúo igual vez tras vez; busco ese perfil. Debo sanar para estar bien. Entonces habrá un cambio en la relación o dejaré de aferrarme a lo que me causa dolor. Tengo responsabilidad en lo que me está pasando y debo hacer el esfuerzo de sanar”.

“Si me casé y luego digo que el otro es el loco, queda la pregunta: ¿entonces por qué lo escogí? Algo en mí me lleva a relacionarme con alguien que no está bien. La próxima experiencia será igual”.

Las claves: madurez y amar en libertad

¿Por qué va a ser culpa del matrimonio si una pareja fracasa? Un carro no tiene la culpa si usted lo compra y lo choca, ilustra Paquita Brito, psicóloga y terapeuta especializada en Francia. “Si usted no sabe conducir, no tiene prudencia, no sabe respetar las leyes, ¿para qué va a comprarse el carro? Y si no tiene los elementos para saber cómo funcionar en pareja, ¿para qué se va a casar?”, es la reflexión que ofrece la doctora para que las parejas no responsabilicen de su posible fracaso al hecho de haber contraído matrimonio. Para la especialista, la clave del éxito en una unión está en la madurez que cada uno aporte a la dinámica de la relación. Esto significa asumir las responsabilidades que traerá la decisión de casarse.

Si usted ama y su pareja lo ama, los dos van a darse cariño, no tiene necesidad de pedir nada porque el amor es en libertad.

“Cuando usted va avanzando en la vida, va adquiriendo responsabilidades y, si las cumple, entonces es considerado alguien maduro para su edad. Para casarse usted tiene que renunciar a muchas cosas, su vida de soltero, por ejemplo, lo cual no quiere decir dejar la individualidad, sino que tendrá que participar en más actividades junto a su pareja. Y sí, no podrá salir a tomarse el café con las amigas todas las tardes porque tiene que regresar a su casa como una responsabilidad y eso es parte de su madurez”.

Lea más: En Guayaquil, por cada 11 matrimonios hay 5 divorcios

Asimismo, precisa que el matrimonio debe ser visto como un avance en la relación, para construir un proyecto de vida junto a alguien y no como una decisión que calme las inseguridades de uno de los dos. “El inseguro vive una situación permanente de conflicto consigo mismo, donde se fomentan una serie de comportamientos negativos que se alimentan en esa inseguridad”, explica.

“Alguien inmaduro puede llegar a unirse solo para que su pareja no se vaya con otro. Entonces lo tiene ‘agarrado’ y quiere casarse para sujetarlo todavía más y así calmar su inseguridad de cualquier manera. Pero en la posesión no hay amor, solo hay un sentimiento maligno de pertenecer al otro y que el otro le pertenezca a usted”. Por el contrario, precisa Brito, el amor siempre debe darse en libertad. “Si usted ama y su pareja lo ama, los dos van a darse cariño, no tiene necesidad de pedir nada porque el amor es en libertad. Cuando usted empieza a reclamarle a su pareja que no le da esto o aquello, eso es enfermizo”.

Un contrato civil de ayuda mutua

¿Quiere conocer algunos de los deberes y derechos del matrimonio? La doctora Katia Murrieta, abogada, indica que este contrato genera una sociedad de bienes o conyugal. Los cónyuges son dueños del patrimonio y sujetos de derechos y obligaciones. El Código Civil lo llama “un contrato solemne por el cual dos personas se unen con el fin de vivir juntos y auxiliarse mutuamente”.

  • Ambos están comprometidos en igual medida a guardarse fe, socorrerse y ayudarse en todas las circunstancias de la vida. “Tanto es así”, dice la doctora Murrieta, “que en circunstancias especiales, como cuando uno de ellos se vuelve una persona con discapacidad intelectual o sorda, y no puede darse a entender de manera verbal, por escrito o por lengua de señas, el matrimonio no podrá disolverse por divorcio”.
  • Juntos decidirán dónde vivir. Se suministrarán mutuamente lo necesario y contribuirán según sus facultades al mantenimiento del hogar común.
  • También están obligados a dar al otro el auxilio que necesite para sus acciones o defensas judiciales, y a prestarse los alimentos congruos en caso de que uno de ellos lo requiera (congruos son los que “habilitan al alimentado para subsistir modestamente, de un modo correspondiente a su posición social”).
  • Y mientras no se disuelva legalmente el matrimonio, todos los derechos y deberes subsisten, aunque por cualquier motivo ya no vivan juntos.
  • No es poco frecuente que los contrayentes en el extranjero piensen que su matrimonio no tiene validez en Ecuador. Esto no es cierto, especifica la abogada, “porque el matrimonio celebrado en nación extranjera, en conformidad a las leyes de la misma nación o a las ecuatorianas, surtirá en el Ecuador los mismos efectos civiles que si se hubiere celebrado en territorio ecuatoriano”.
  • Es obligatorio inscribir el matrimonio realizado en el extranjero en el Registro Civil o en el consultado ecuatoriano, pero aunque esto no se cumpliera, el matrimonio sigue siendo válido, y no justifica que uno de los dos se conduzca como soltero.

¿De qué se compone el haber de la sociedad conyugal?