La exposición temporal Escrito en bronce, de Rosario Villagómez Fabara (1898-1968), es una puesta en valor de la trayectoria artística de la escultora quiteña, una de las primeras mujeres en obtener un reconocimiento público por su aporte a las artes. Un amplio registro fotográfico y documental de la trayectoria de Villagómez, tres esculturas de pequeño formato de su autoría, así como dos murales compuestos por documentos que destacan los inicios del movimiento feminista en el Ecuador, se encuentran en la Sala Multifuncional del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) de Guayaquil. Las esculturas originales se aprecian en la vía pública de distintas ciudades del país y representan a personajes históricos como Eloy Alfaro, Francisco de Orellana (ubicado en la plaza Colón, Guayaquil), Antonio José de Sucre y Abdón Calderón.

La curaduría estuvo a cargo de Romina Muñoz Procel, cofundadora de la Editorial Festina Lente y miembro de la Fundación Muégano Teatro, quien hace un año y medio inició la labor de investigación y concretó con la asistencia en investigación de Andrea Rodas e Ivanna Coello. Resulta confuso que en una muestra retrospectiva no se respete la cronología. El diseño museográfico realizado por Oswaldo Terreros es eficiente, la pulcritud del montaje es única, especialmente en comparación con las otras exposiciones que se encuentran ahora en el MAAC.

Debo resaltar que la ubicación de los textos de apoyo está a una altura por debajo del promedio, forzando a tomar una postura incómoda para leer el texto. Asimismo, es una pena que los valiosos recortes y textos que son parte de los murales sobre el feminismo se encuentren lejos del campo de visión.

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A través de la historia, los trabajos de arte público en Ecuador han sido encargados a artistas a través de designación directa o por concursos públicos. En la exposición se incluye el relato de la designación de Rosario Villagómez para realizar un busto del general Eloy Alfaro que sería expuesto en la ciudad de Portoviejo desde 1926. En 2009, tras la restauración de la plaza, fue reemplazado por un busto del escultor cuencano Hernán Rodas. El busto fue retirado un año después debido a la inconformidad de los portovejenses, tras un plantón convocado por la Casa de la Cultura de Manabí, y se encargó una última escultura a Ivo Uquillas, escultor manabita.

El motivo por el cual destaco este relato es que en 2017 en Guayaquil se inauguró la polémica escultura pública Hospitalidad guayaquileña, del escultor quiteño Édgar Cevallos, en la avenida de las Américas. Las redes sociales fueron la plataforma para la expresión del descontento del público general hacia su grotesca estética y la exagerada inversión: “¡$720 000 dólares! Horror”, decía el grafiti que apareció en la base de la escultura tras su inauguración. Esta es solo una de una serie de esculturas y proyectos ejecutados por el artista para la ciudad de Guayaquil a través de designación directa por parte del exalcalde Jaime Nebot, según comenta Cevallos en una entrevista disponible en YouTube.

A esta obra se suman las esculturas expuestas en el Museo Miniatura de Guayaquil, Guayas y Quil en el alimentador de tráfico junto al puente de la Unidad Nacional, y el conjunto escultórico Las Virtudes de Guayaquil junto al Municipio de Guayaquil.

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Recalco que mi cuestionamiento es acerca de la metodología utilizada para elegir al artista. Pido a la nueva gestión municipal que considere evaluar los procesos mediante los cuales se designan fondos públicos para el desarrollo del arte y la cultura en Guayaquil, ya que la ciudad cuenta con un sinnúmero de artistas y gestores capacitados para hacerlo. (O)