Innovar es reinventarse en un nuevo contexto. Sin embargo, ese contexto es complicado, especialmente cuando se trata de la educación.  “No todos somos Fe y Alegría”, recuerda el director nacional de esta federación de organizaciones educativas, Carlos Vargas Reyes, a la audiencia del precongreso Innovación Educativa para la Transformación, procedente de Guayaquil, Durán, San Pablo y Zaruma; algunos son docentes y colaboradores de la red, y otros, invitados.

“Es importante que cada uno se haga su propio concepto, sistematice su propia experiencia y reflexione en su vida como docente hoy. Cuando te presentas a un chico para enfrentar los retos que tiene que enfrentar como persona, ya estás innovando”. Esto implica ser honesto con la realidad, dar respuestas nuevas a problemas viejos. “Innovar es cargar con una realidad dura”.

Muchos docentes pueden estar preocupados con el tema de la digitalidad, pensándola como una cuestión de tecnología. Vargas lo ve más allá, es una nueva cultura, un nuevo modo de ser, de pensar y actuar. “Eso es lo que está en crisis, el modelo de persona”. ¿Por dónde empezar?

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Agentes de transformación

El sustento de la innovación es la transformación de la realidad humana. Allí está el horizonte de responsabilidad ética (no toda innovación la tiene). “Si su proyecto no transforma, no es innovación. Tenemos que convertirnos en timoneles de cambio”, dice el sacerdote Fabricio Alaña, director regional en Manabí de Fe y Alegría, quien propone:

Abrir los ojos a la comunidad

Desde el punto de vista del directivo escolar, Narcisa Saldarriaga, directora de la Unidad Educativa Esteban Cordero Borrero (Mapasingue este), expone que si la voluntad de innovar parte únicamente de las autoridades educativas, no habrá efecto. Los líderes de las organizaciones deben tomar en cuenta: