A menudo los padres difieren en sus reglas y expectativas que tienen sobre los niños. Mamá puede decir: No vas a ver TV hasta terminar la tarea. Pero cuando ella se va, papá dice: Puedes ver un ratito, si quieres. Papá puede insistir en que la hora de irse a dormir es 20:00. Mamá puede pensar que hasta las 21:00 está bien.

Conflictos similares pueden surgir en asuntos como la disciplina y los amigos. Cuando esas inconsistencias ocurren, uno de los padres inevitablemente menoscaba la autoridad del otro.

Para empezar a resolver este problema, ambos padres deben tener claras las reglas y expectativas. Si es necesario, escríbanlo, revísenlo y asegúrense de que podrán lograrlo. En las áreas en las que disientan, lleguen a un acuerdo con el que los dos puedan vivir, y apéguense a él.

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Abra la comunicación

Si usted y su esposo no hablan sobre los problemas de la familia, uno puede quedarse fuera de los asuntos importantes. Para evitar esta situación, necesitan comprometerse a comunicarse sobre cualquier tema relevante en la vida familiar. Al menos una vez al día los dos deben reunirse y discutir lo que pasó durante la jornada. Al mismo tiempo, consideren dificultades a largo plazo que la familia pueda tener que enfrentar.

No evite las decisiones

La falta de certeza sobre las reglas pueden crear caos en la familia. A menudo, los padres se quedan perplejos en temas como el grado de supervisión y de libertad que requieren los hijos. Algunos prefieren postergar las decisiones o no tomarlas, y eso puede dejar a los niños desorientados e inseguros sobre lo que se espera de ellos.

Papá y mamá deben resolver sus propias ambivalencias en los asuntos familiares y acordar una postura sobre ellos. Luego se debe informar a toda la familia sobre esas decisiones y cómo estas afectarán a todos.

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Lucha de poder

Algunas veces puede haber rivalidad entre los padres por la atención y el amor de los niños. Si papá quiere que la hija pase la tarde del sábado visitando a los abuelos, pero mamá quería llevar a la niña de compras, pueden discutir para salirse con la suya, poniendo a la niña en una posición imposible, justo en medio del conflicto.

Los dos necesitan encontrar maneras de cooperar, no competir. Eso no significa que tengan que estar de acuerdo en todo, pero sí que deben trabajar juntos a una relación más armoniosa, y no deben dejar que las diferencias arruinen las metas en común. Cada uno necesita demostrar algo de flexibilidad.

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A medida que forman reglas para la familia, identifiquen las áreas en las cuales cada padre brilla. Ese padre debería ejercer liderazgo en esa área de fortaleza, para que la responsabilidad de tomar decisiones esté bien repartida en la familia.

Desarrolle habilidades

A menudo, los padres discuten y se desafían entre sí delante de los niños, sea por asuntos relacionados con los pequeños o no. Finalmente, uno de los dos gana porque el otro se rinde, aunque sea por el momento. Esta no es una situación saludable. Necesitan aprender las habilidades de resolución de conflictos. Estas incluyen: Escuchar, aclarar los puntos de diferencia, tomar en serio los sentimientos del otro, generar alternativas juntos y negociar.

La manera en que usted maneje el conflicto en su familia será como su hijo aprenda a actuar en los casos de desacuerdo.

Problemas conyugales

Si usted y su cónyuge están teniendo dificultades matrimoniales, estas se extenderán pronto a toda la familia.

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Los adultos en las familias más exitosas no descuidan este aspecto. Se comprometen a pasar tiempo juntos como pareja y a trabajar en equipo para resolver malentendidos, celos o conflictos. Se esfuerzan por comunicarse, halagarse y perdonarse. Tratan de entenderse y examinan periódicamente su relación y cómo mejorarla.

A veces, los niños son una excusa conveniente para no tratar con las desavenencias conyugales. Los padres podrían pensar: “Los niños requieren toda nuestra atención ahora, hablaremos de nuestra relación cuando ellos crezcan”. Pero esa es una receta para el desastre en la pareja y con los hijos. Los problemas solo tienden a empeorar con el tiempo, y cuando los chicos se vayan, puede que ustedes se queden sin fundamento en qué construir, si es que siguen juntos. No sean indulgentes ni dejen que los problemas persistan sin al menos intentar resolverlos.

Fuente: HealthyChildren.org